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Admisión a las sagradas órdenes de un seminarista diocesano Esquinense

El obispo diocesano, monseñor Adolfo Canecin, presidirá la misa de admisión a las Sagradas Órdenes del seminarista Guillermo Josué Cañete. La celebración eucarística será este sábado 11 de diciembre, a las 20, en la comunidad Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en el barrio Mancini de la ciudad de Esquina, Corrientes. Con el rito de admisión, los candidatos al sacerdocio expresan públicamente su propósito de continuar formándose para servir a Cristo y a la Iglesia. Actualmente cursa el primer año de teología en el Seminario Interdiocesano La Encarnación de Resistencia, Chaco.

Josué, como es conocido, es oriundo de la ciudad de Esquina y tiene 30 años de edad. Fue bautizado por el presbítero Rubén Cattay en la parroquia Santa Catalina. Transito su infancia en el Barrio Mancini de esa localidad.

Sintió su atracción por la vida sacerdotal desde muy niño, durante una misión que se realizo en la plazoleta de su barrio donde se erigió una ermita en honor a Nuestra Señora de Guadalupe, durante una misión que encabezaba el obispo diocesano, monseñor Luis Stockler con los entonces seminaristas, ahora ya presbíteros, Ariel Gimenez, Adolfo Gutierrez, Juan Carlos Mendoza, que se formaban en el Seminario Interdiocesano La Encarnación.

En esa misión se fundó una comunidad de base, con muchas actividades y, en especial con los niños, entre ellos Josué, donde compartían la Palabra de Dios, con dinámicas grupales, juegos infantiles y cantos religiosos.

“Eso calo mucho en mi corazón” expreso emocionado Josué Cañete al tiempo que destaco que entre ese grupo de niños, también se encontraba su actual compañero del seminario José Aranda.

Curso  sus estudios primarios y algunos de la secundaria en el Colegio Divino Salvador de Esquina. A los 13 años se traslado con su familia a vivir en una provincia del sur del país, donde fue animador del grupo de Infancia y Adolescencia Misionera, donde sintió mayor atracción por la Iglesia.

A los 20 años de edad regreso a Esquina y se integro a un grupo misionero donde reafirmo su despertar vocacional, sintiendo con mayor fuerza el llamado a la vida sacerdotal.

Durante una convivencia con los jóvenes, haciendo una Lectio Divina, basada en el texto del ciego de Jericó y ahí “experimente que  Jesús me salvo a mi” relato.

 Un texto que quedo marcado a fuego. Participo de varias misiones juveniles y adopto como mandato misionero la visita a los encarcelados y allí “me encontré con el Cristo sufriente, al ver las realidades muy fuertes y tristes de mis hermanos presos…allí yo sentía el dolor de ellos y yo con lágrimas presentaba esas situaciones ante el santísimo” relato.

“Cada dia que iba a visitar a los presos me impactaba mucho ver sus realidades” y fue allí donde reafirmo su convencimiento de que sentía el llamado vocacional, porque, en la “comisaria con los presos, se puede vivir y sentir el rostro misericordioso de Dios” y desde ese “encuentro con Cristo dije quiero dedicar mi vida a las personas sufrientes” concluyo el joven seminarista.

Qué es la admisión a las Sagradas Órdenes

«En la admisión, el seminarista manifiesta públicamente su voluntad de ofrecerse a Dios y a la Iglesia, para ejercer el Orden Sagrado», se explica en la convocatoria.

«En tanto, la Iglesia recibe este ofrecimiento y lo llama para que se prepare con mayor intensidad a recibir el Orden Sagrado al final de la formación sacerdotal», se subraya.

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