Además de meter, jugaba. Tenía marca, panorama y proyección. Y fue un “shoteador” implacable, protagonista en los años más gloriosos del “negro”.
Fue, al decir de la jerga, un “Metedor”; siendo así como se autopercibía aquel Formoseño de piernas combadas, reflejos rápidos y presencia intimidante. Marca, panorama y proyección para quien integrara en los ochenta la más ganadora de las plantillas Forevistas. Fue de los que parecían tener tatuada la camiseta por tantos años en el club.
Alguna vez Osvaldo Diez (D.T) desde la ironía lo definió como “su Mirtha Legrand del medio”. Carril iba a todas con tal vehemencia que hasta parecía desleal, sin embargo casi no tuvo expulsiones, siempre jugó al límite hasta donde el reglamento lo permitía. Todo no terminaba allí, fue un eximio lanzador de tiros libres que desde el córner los convertía en olímpicos. Tenía la rara particularidad de trabar con ambas piernas usando la izquierda como pique, después de un corto salto ganaba siempre.
En las prácticas jugaba tan fuerte como por los puntos y desafiarlo pisándole la pelota era la peor afrenta como aquella tarde cuando “Garrincha” Canteros (un refuerzo llegado desde Villa Alvear) jugando para los suplente quiso mostrarle la pelota; la cancha estaba recién regada y “la chancha” lo levantó por encima suyo, Obberti (D.T) que estaba cerca del túnel se le acercó al “refuerzo” para decirle: ¡¡No, nene, nunca haga esto acá, porque estos lo van a cortar!!, esa foto fue una constante en su peregrinar por el medio.
Usaba un lenguaje (entre amigos de vestuario) muy naturalizado por aquél entonces; el “lustrale”, “cepíllalo”, “comele” el tobillo, todas semánticas risueñas casi desparecidas en la jerga.
-¿Dónde naciste y qué ocurrió para que vinieras a jugar a Resistencia?
-Nací en Villa 213 cerca del Colorado (Formosa), allá jugué en el club Mariano Moreno. Hoy vivo en Esquina (Corrientes) donde me dedico a la venta de seguros, también dirijo un equipo de la ciudad. Con 20 años pasé a For Ever a préstamo por un año y Roberto Puppo (D.T.) pidió que hagan uso de la opción. Jugaba de 8 pero debuté como 4 cuando Pirulo Escobar se lesionó. Entrené con el plantel que jugó el Nacional del 79 pero no jugaba, fui titular en los Nacionales 80´ y 83´.
En el Nacional “B” 86/87 jugué 24 fechas sin salir, “Palito” Brandoni era mi suplente que siempre me cargaba diciendo cuándo me iba a lesionar para jugar él. Tuve una pubialgia y recién me reemplazó, con tal mala suerte que tuvo lo mismo y se infiltraba para no perder el puesto. Brandoni siempre me preguntaba si yo tenía algún muñequito de él clavado con alfileres. Los técnicos de “afuera” traían con ellos sus pupilos pero al final terminaba jugando yo.
-¿Cuál de los planteles que integraste fue el mejor?
-Aquél del 80 con Dávalos, Mansilla, Benítez, Curbetti, Raúl Vargas, Machuca, Pirulo, Franco y tantos otros. Ahí fui ladero de Pablo Cáceres, uno de los mejores 5 que conocí. Ganábamos donde sea, éramos el For Ever que metía miedo, el que llevaba hasta quince colectivos como hinchada. En el 85´ le sacamos once puntos al segundo cuando se sumaba de a dos y Zacarías (Ricardo) fue el goleador, también sacamos la valla menos vencida. Ganamos el derecho al primer Nacional B. También el de la temporada 86/87 fue muy bueno.
-Y un día te fuiste a Atlético Ledesma de Jujuy donde jugaste la final para un ascenso.
-Ahí se armó un equipazo, llevaron a todas figuras y al arco a la “Anguila” Gutiérrez. Ariel Ortega era un pibito que recién aparecía. Ese año Atlético Rafaela nos ganó la final, antes habíamos eliminado a Guaraní, a Gimnasia de Jujuy y Central Norte de Salta. De ahí pasé dos años a Independiente de Mendoza y en el 90 Palavecino (Oscar) me llevó a San Lorenzo de Formosa donde perdimos contra Almagro otro ascenso.
En el 93 regresé a Resistencia para hacer el curso de técnicos mientras jugaba en Boca Unidos y en el 94 abandoné el fútbol. Como técnico fui campeón dos años en la Liga Correntina, pero al Nacional “B” terminó yendo Huracán.
ANÉCDOTAS DE UN SHOTEADOR INOLVIDABLE
– Jugando contra Sarmiento le hice un gol olímpico a Eric Acosta. Lestani (D.T.) sabiendo que yo siempre pateaba al primer palo los entrenó para anular a “Pepo” (Fernández) que la “peinaba” al segundo. Cuando pateé todos corrieron al primero; se la clavé en el segundo. Siempre le pegué fuerte también es cierto que me quedaba fuera de hora buscando precisión.
– En cancha de Chacarita (Nacional “B”) terminaba el partido cuando pateé un córner que fue gol olímpico. El árbitro lo anuló… nadie entendía nada, cuando le reclamé, primero me felicitó y después me dijo “Si te doy ése gol no salimos ninguno de la cancha… ni loco lo cobro”.
– Definiendo un ascenso contra Renato Cesarini, en la ida allá Central, el réferi me amenazó con echarme si los molestaba a los pibes. Estábamos empatando se nos venían en malón para empatar, pelota que caía cerca mío la hacía volar a la segunda bandeja para que tarde en volver. Los alcanza pelotas siempre tenían una para entrarla rápido, yo las tapaba y se las tiraba a la fosa. Después en Resistencia nos eliminaron. Cesarini estaba formado por glorias del fútbol que ya dejaban de jugar.
– “El Burrito Ortega recién aparecía en Atlético Ledesma cuando Miguel Vacca (N 5) me llamó para decirme; “¡Ojo con ése pendejo!, que no llegue por acá porque lo voy a partir… mirá que te va a pisar la pelota en la cara”, solo le dije “No te preocupes, que hasta vos ni va a llegar”. A orteguita Lo tuve caminando por el aire, ni tocaba el piso. Después de ahí pasó a River, realmente un crack aunque con nosotros solo jugaba en las prácticas.
– Alguna vez en una semifinal contra Formosa sacaste de la cancha a un amigo tuyo que era la figura.
– Sinforiano Uliambre había sido mi compañero en For Ever, era un crack del que yo sabía que también arrugaba en las precisas. Nos jugábamos un pasaje a la final contra Estrada y en una jugada dividida frente a la platea cuando lo levanté con pelota y todo. El réferi ni me amonestó, lo ayudé a levantarse pero me reprochó diciendo: ¿Qué me hacés?, ¿acaso no somos amigos? Le dije: “Vos sabes bien que adentro de la cancha yo no tengo amigos”. Sinforiano pidió el cambio, ganamos el medio y a la primera pelota que metimos al fondo Chacón (Efraín) los cocinó. Fue una locura, la hinchada entró para pegarnos, recién a las 8 de la noche pudimos salir. Era el pasaje para definir con Guaraní (Posadas) la participación en el último Nacional (83) que jugamos con For Ever.
El áspero mediocampista trotador de tantas épicas hoy mudó a ternura de abuelo y jugando con su nieta muestra la blandura que adolecía en las canchas… “Ella es la que más me hace feliz”
Fuente Diario Norte