La última vez que Silvia Gloria Gallardo habló con su hermana Analía fue para decirle que había tomado una decisión: iba a echar de su casa a su yerno, Hugo Alberto Suárez, por problemas de convivencia. Pero nadie más la vio desde entonces.
El rastro de Silvia se perdió el 12 de febrero de 2014 en la localidad cordobesa de Yacanto. Mientras sus familiares la buscaban desesperados, cuentan que Suárez no solo quemaba las prendas de la mujer y vendía sus pertenencias, sino que mataba a sus mascotas en la puerta de la casa, a la vista de todos. “Era una manera de decirnos que ella no iba a volver”, dice Analía.
Hace algunos días, la Justicia ordenó la detención del hombre y de su pareja, Yamila Gallardo, hija de Silvia. Están acusados de haberla matado aquel día, tal y como, desde el primer día, estuvieron sosteniendo la mamá y los hermanos de la mujer.
“La causa pedía a gritos que se tomara esta medida”, sostiene Germán Romero Marcón, el abogado que representa a Analía y a sus hermanos en la causa que, desde hace 11 años, busca determinar qué pasó con Silvia.
El abogado se refiere a la sobrada cantidad de indicios que contiene el expediente y que vinculan al yerno y a la hija con la desaparición de la mujer. “Se encontraron manchas de sangre en el cuarto de Silvia. Además es muy elocuente que el hombre haya matado a las mascotas. ¿Quién mejor que un perro o un gato para encontrar los restos de una persona?”, dice el abogado.
Pero hay más. El día de su desaparición, Silvia debía tomar un micro rumbo a la capital cordobesa. “Se dice que ella no viajó. Pero lo que no se dice es que alguien sí viajó ese día usando el pasaje de Silvia: su hija”, denuncia Romero Marcón.
De confirmarse la hipótesis de la familia, el femicidio de Silvia Gloria Gallardo engrosaría la lista de mujeres que fueron desaparecidas para encubrir un crimen. Su historia es una de las 78 que LA NACION contó hace dos años, en el marco de una investigación sobre la ineficiencia del Estado argentino en la búsqueda de personas desaparecidas. Si esa persona es una mujer, también se suman los prejuicios.
Analía cuenta que, una vez que su hermana desapareció, la hija y el yerno contaron que era trabajadora sexual, algo que ellos desconocían pero que, al parecer, la Justicia comprobó.
«En todos estos años, más de una vez quienes tenían que buscarla enfatizaban su condición de trabajadora sexual cuando yo hacía preguntas”, sostiene.
En marzo de este año, LA NACION difundió una segunda investigación con las novedades en las búsquedas de las 78 mujeres reseñadas en 2023. De ese total, la Justicia había confirmado o sospechaba con certeza que 17 estaban muertas y que a 12 de ellas las había matado un hombre que las conocía. Hasta el momento, los restos aparecieron solo en uno de esos casos. Silvia pasa a engrosar esa lista: ya son 13.
Analía describe a Silvia como una mujer luchadora que, de muy joven, dejó su casa natal en Yacanto para buscar una mejor vida para ella y para su hija en Córdoba capital. “Hubo años en los que Yamila vivió con familiares mientras Silvia trabajaba. Cuando logró estabilizarse y alquilar un departamento, buscó a su hija y hasta la hizo estudiar en un buen colegio privado”, recuerda la mujer.
Cuando Yamila estaba terminando el secundario, quedó embarazada de Suárez. “Una vez que nació su nieta, Silvia se volvió a Yacanto con su hija y la beba. De lunes a jueves vivía en la Capital y el resto, acá, en una casa que acondicionó para ellas”, continúa la mujer. Tres meses más tarde, agrega, su yerno fue a vivir con las mujeres y, al poco tiempo, comenzaron los problemas de convivencia entre ambos.
“A Silvia le indignaba que el hombre se manejara como si fuera el dueño de la casa. Cuando la cosa se volvió insostenible, nos dijo a mi hermana Raquel y a mí, que le iba a decir que se fuera y que si Yamila quería irse con él, que se fuera”, recuerda Analía. Esa fue la última vez que la vieron.
Hay un detalle que contribuyó a que su rastro se perdiera y fue la demora en que se hizo la denuncia. Según señalan los expertos, cuando una persona desaparece, es clave hacer la denuncia cuanto antes, ya que las primeras horas son fundamentales en la investigación. En el caso de Silvia, este trámite se hizo doce días más tarde.
“Le tuve que insistir mucho a Yamila, porque no quería hacer la denuncia por la desaparición de su madre”, reconoce Analía, quien recuerda que, en los primeros tiempos de la investigación, tanto su sobrina como Suárez intentaron desviar la investigación. La pareja continuó viviendo en la casa hasta que la abandonó en forma abrupta y en coincidencia con un operativo realizado en un terreno cercano.
El sistema de búsqueda de personas perdidas del país es ineficiente tanto para hombres como para mujeres. Pero si la persona que falta es una mujer o integra el colectivo LGBTIQ+ la incapacidad agrava un problema muy latente: la demora en evaluar la posibilidad del femicidio. Además, a la mayoría de las investigaciones les falta perspectiva de género y les sobran prejuicios: “¿cómo estaba vestida?”, “debe estar con algún novio” o “a esa edad no la van a agarrar para abusarla”, son las algunas de las ideas que devuelven quienes son los responsables de encontrarlas, tal como lo reveló una investigación de LA NACION.
En todos estos años, la causa pasó por tres fiscales. “Los dos primeros no hicieron nada. Creo que por falta de conocimiento y también de empatía”, dice Romero Marcón, quien está a cargo del área legal de la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de Traslasierra y tomó el caso de Silvia a mediados de julio de 2021.
“Cuando leí la causa, todos los indicios apuntaban a la hija y al yerno, que daban pistas falsas para llevar la investigación a Córdoba capital y hasta a Buenos Aires”, explica el letrado, quien valora positivamente el trabajo de la fiscal María Eugenia Ferreyra, a cargo de la causa desde hace tres meses. “En poco tiempo la causa avanzó todo lo que no sea había movido en años”, reconoce.
Hugo Suárez está acusado de femicidio y Yamila Gallardo, de homicidio agravado por el vínculo. Ambos están presos, a la espera de que se les tome declaración indagatoria y se los pueda juzgar. La nueva carátula confirma lo que Silvia y sus hermanos sostuvieron desde el inicio. “Lamentablemente, mi mamá ya no está para verlo. Su corazón no soportó tanta tristeza”, dice Analía con emoción.
La mujer se muestra satisfecha con la detención de su sobrina y la pareja de la joven. “Espero que la Justicia siga firme por este camino y se revele quiénes fueron los cómplices. No tengo dudas de que Yamila y Suárez son los responsables de la desaparición de Silvia. Me atrevo a decir que son sus asesinos, a pesar de no tener el cuerpo”, agrega Analía.
De cara al juicio, hay algo que la mujer espera con más ansias que la confirmación de sus sospechas. “Sólo espero que mi sobrina se quiebre y nos diga qué hicieron con el cuerpo, para darle el descanso que corresponde”, concluyó.