El ceibo es uno de los símbolos de nuestro país y cada 22 de noviembre se celebra el Día de la Flor Nacional, una efeméride que le rinde homenaje.
En 1910, un grupo de biólogos quiso instaurar la idea de elegir una especie floral para que se convierta en el patrimonio nacional. De este modo, Ángel Gallardo, Eduardo Holmberg, Juan Domínguez, Miguel Lillo y Cristóbal Hicken propusieron al ceibo como uno de los símbolos de nuestro país.
Sin embargo, recién en 1928, se armó una encuesta en la Revista Nacional de la industria lechera y ganadera para elegir a la flor nacional. Si bien, en un primer momento, la magnolia fue elegida como la especie representativa de Argentina, el Dr. Jurado, que por ese entonces era el director del Museo de Historia Natural, remarcó que esa flor no era una especie autóctona, con lo cual se optó por elegir otra.

Así, el 22 de diciembre de 1942, a través del Decreto Nº 13.847., se declaró al ceibo como Flor Nacional Argentina y, en 2008, se definió al 22 de noviembre como Día Nacional del Ceibo. Junto a la escarapela, la bandera, el hornero y el juego del pato, el ceibo es uno de los símbolos oficiales que representan a Argentina.
La leyenda del ceibo
Cuenta la leyenda que el ceibo nació cuando una niña llamada Anahí fue condenada a morir, luego de participar en un combate entre su tribu guaraní y el ejército invasor. Hasta ese momento, la niña cantaba feliz en la selva, con una voz tan dulce que los pájaros callaban para escucharla.
Sin embargo, fue apresada y condenada a la hoguera. Los soldados la ataron a un tronco, le colocaron pajas y ramas secas, y la encendieron el fuego. En ése momento, Anahí empezó a cantar convirtiendo su canto en un sonido estremecedor. Cuando al día siguiente los soldados amanecieron encontraron que el cuerpo de la niña se había transformado en un manojo de flores rojas.

