La historia del Día del Panadero en Argentina se remonta a 1887, cuando nació la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, un sindicato revolucionario que marcó un hito en el movimiento obrero nacional. Bajo la influencia de anarquistas italianos como Errico Malatesta, este gremio se convirtió en pionero de la lucha por derechos laborales, enfrentando jornadas extenuantes de más de 10 horas por salarios miserables durante el boom de la urbanización porteña.
En el marco del Día del Panadero, visitamos la tradicional panadería La Perla, donde conversamos con el señor Lino Martínez, referente del oficio en nuestra comunidad. Con una sonrisa franca y las manos curtidas por años de trabajo, don Lino nos recibió entre hornos y aromas a pan recién hecho.
—Feliz Día del Panadero, don Lino. ¿Cómo se siente en esta jornada especial?
—Bueno, muchísimas gracias. Estamos acá en La Perla, como vos lo decís, haciendo honor a este día tan especial para nosotros los panaderos.
—¿Hace cuántos años que se dedica al oficio y cómo comenzó esta historia?
—Me inspiró la necesidad de tener un oficio. Me vine a Buenos Aires buscando un mejor bienestar. Empecé trabajando de a poco, ganando lo justo. Después de un tiempo me estabilicé, aprendí, crecí, y así pasaron los años… Hasta que volví a mi «esquina querida», como dicen. Siempre volvemos a nuestras raíces.
—¿Qué le diría a quienes están empezando a hacer pan en sus casas?
—Este es un rubro muy lindo, aunque también sacrificado. Tiene muchas alegrías y, como todo trabajo, algunas amarguras. Pero es muy noble. Es un oficio que ha sobrevivido a todas las crisis. Yo he pasado por varias, y acá estoy.
—¿Cuál es el pan insignia de La Perla?
—Acá siempre se acostumbró a la galleta, pero nosotros fuimos incorporando el pan francés. Hacemos muchas variedades: figacitas, pan de hamburguesa… tratamos de hacer de todo. Es un trabajo en equipo, familiar. Somos muchos y luchamos todos los días. Eso también es parte del éxito: una PyME familiar bien unida.
—¿Qué mensaje quiere dejarles a sus clientes en este Día del Panadero?
—Agradecerles. Agradecerles la constancia, que estén todos los días con nosotros. Gracias a ellos vivimos y podemos seguir trabajando. Tenemos clientas de años, como doña Sarmiento, que no falta nunca. Y también el turismo nos ayuda mucho: vienen y encuentran acá lo que comen allá, en sus ciudades. Porque en La Perla hacemos de todo.
—¿Y hoy qué hay de especial en el mostrador?
—(Ríe) Hoy es lunes y venimos de un fin de semana movido, así que nos vaciaron el negocio. Ahora estamos arrancando otra vez, con todas las ganas.
Antes de despedirnos, don Lino nos ofrece una sonrisa sincera y el clásico “cuando quieran, estamos a la orden”. Un verdadero ejemplo de dedicación, trabajo y amor por la panadería.

La historia del Día del Panadero en Argentina se remonta a 1887, cuando nació la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, un sindicato revolucionario que marcó un hito en el movimiento obrero nacional. Bajo la influencia de anarquistas italianos como Errico Malatesta, este gremio se convirtió en pionero de la lucha por derechos laborales, enfrentando jornadas extenuantes de más de 10 horas por salarios miserables durante el boom de la urbanización porteña.

