- 15 minutos de lectura‘
Lleva una imagen de la Virgen Niña pendiente de una cadena y un tatuaje en su brazo izquierdo donde se lee “Patagonia”. Marcas axiales en su vida que lo acompañan desde hace años. Oscar Gómez Castañón, “Cholo” para casi todos, es de esas voces que han establecido con el oyente de radio una comunión muy directa, de códigos propios.
Será por eso que, buscando la misma complicidad y apostando a la música telúrica -un sello de su trayectoria frente a los micrófonos- se sumergió en la aventura del ritual presencial de cuerpo y alma para compartir con el público Así nacieron las canciones, una propuesta escénica donde desgrana historias y anécdotas en torno a esa recopilación de poética popular insoslayable. “Son las canciones que todos cantamos, esas que aprendimos sin maestros”.
-Una que sepamos todos.
-Las que conocemos por haber vivido, esas que nos preguntamos cómo y cuándo las aprendimos.
El espectáculo se ofrece los domingos (a la actual temporada le restan dos funciones) en El Camarín de las Musas, una de las salas mejor programadas del circuito teatral independiente.
“Podés haber escuchado rock toda tu vida, pero, en determinado momento, te das cuenta que conocés un montón de tangos o temas folclóricos. Una canción, un perfume o un sabor te llevan a un determinado momento de tu vida, ahí aparece el acto del colegio, una guitarreada o el atardecer en la playa”.
-Los temas que resuenan en un inconsciente personal remiten a personas.
-Nos llevan también a hechos y momentos. Cuántas veces, al escuchar una canción, nos aparece el recuerdo de aquella noviecita del secundario. Muchas de esas composiciones son creación poética pura, pero hay canciones que reflejan hechos reales, incluso dramáticos o leyendas. Por otra parte, cuando conocés la historia de cada tema, nace otra canción.
-Sucede, por ejemplo, con “Caminito”, que no remite a la callecita de La Boca.
-Pocos lo saben, al conocer su historia se hace otra lectura.
Desde ya, Oscar Gómez Castañón es un hombre de radio. Tiempos modernos fue su clásico matutino y, durante años, la nave insignia de aquella radio Continental que se ubicaba entre las emisoras líderes. El micrófono lo define tanto como su melómana afición por lo telúrico. “Fue mi primer amor. Cuando uno nació y vivió, como en mi caso, en lugares tan solitarios, la radio es la ventana al mundo, a la comunicación y la cultura, al deporte y las noticias”.
Empedernido militante del medio, actualmente lleva adelante Desde el alma, un ciclo de tono intimista que sale al aire por Rivadavia, en tira diaria, de 21 a 23: “Es la primera vez que no tengo un programa por la mañana, me pasé años protestando porque la noticias de actualidad me robaban el lugar para generar notas relajadas, hoy lo puedo hacer”, sostiene el hombre nacido en Puerto Deseado, provincia de Santa Cruz, zona de vientos que estremecen el alma y estepas interminables que apabullan al más tosco.
“Cuando salió la radio a pilas fue una revolución porque la podíamos llevar a cualquier parte; pero, cuando era chico, lo que se escuchaba era la radio ´capilla´, toda la familia se sentaba alrededor del aparato para escuchar radioteatros, recitales, noticias”.
-¿Qué es la radio para usted?
-Agradecimiento y amor.
A pesar de tantos años de trayectoria, reconoce: “Hoy le estoy encontrando el lugar, no se trata de hacer oposición porque sí ni oficialismo”.
-La cámara transmitiendo todo lo que sucede dentro de un estudio de radio ha sido un adelanto al streaming. ¿Le gusta que se vea la “cocina” del medio?
-Siempre sostuve que la radio era imaginación, pero, tomando el lado positivo, gracias a que la radio tiene cámaras, la gente puede ver a los invitados de los programas. El oyente quiere ver eso, así que las cámaras suman.
Manejó agencias de publicidad y fue programador. En este último rol, su gran sello lo rubricó cuando tuvo a su cargo los destinos de Radio Continental y su FM, denominada Hit.
La grilla de Continental la diseñó en base a nombres como los de Rolando Hanglin, Víctor Hugo Morales, Mario Mactas y tantos más. En FM Hit, aplicó -junto con su coequiper Freddy Ojea (otro gran conocedor del metier)-, el formato internacional Los 40 principales donde sobresalió una joven y, hasta entonces no conocida locutora, llamada Daisy May Queen.
“Daisy hablaba con un personajito llamado Fonito, que era mi voz distorsionada. En los huecos de mi trabajo diario, me iba a grabar frases para que se pudieran generar esas charlas al aire”.
-¿Cómo ve al medio en la actualidad?
-Diría “los muertos que vos matáis, gozan de buena salud”. A la radio la vienen sepultando desde hace décadas, pero no pueden. Cuando nació la televisión nos dijeron “la radio se va a morir”, sin embargo, la que murió es la televisión. Hoy un éxito mide 3 puntos.
-La función social de la radio es insoslayable.
-Lo que logra la radio en un pueblo es magnífico. Se dan noticias sociales, se anuncian casamientos y hasta se comenta el nombre de algún deudor.
“Para la primera temporada de Tiempos modernos convoqué a Jorge Jacobson, sobre todo para que diera su opinión sobre diversos temas de actualidad, porque era un calentón. Una mañana, recordando su amistad con Tita Merello, le sugerí llamarla, ya que estaba grande y medio olvidada. En ese tiempo, cobraba una magra jubilación de mil pesos, pero, además, antes de cobrarla en el banco ya la tenía gastada en donaciones, porque era muy generosa”.
-Recuerdo que, en su programa, Tita no hablaba solo sobre cine y teatro.
-Para nada, tenía más de 90 años y una gran lucidez. Opinaba sobre la actualidad. Era muy piola y bravísima, me ponía a prueba.
-¿Por qué?
-Me solía decir al aire “Cholito, me estás escuchando”, y había que dar pruebas sobre eso.
Imita la tonalidad de la voz de la actriz y reproduce su decir “canyengue”. Tan único. El periodista recuerda el momento en el que “La Merello” decidió quedarse a vivir en la Fundación Favaloro, luego de una internación por un cuadro de salud. “Le pusieron un armarito, silloncitos, era como su departamento”.
-¿Cómo definiría a Tita Merello?
-Era tierna y bravísima. Siempre me preguntaba “¿cómo anda el ´Negrito Dolima´?” (sic), refiriéndose a Alejandro Dolina, quien cerraba la noche de la programación de Continental.
Dada la admiración de Merello por Dolina, una tarde, Castañón llevó a su colega a visitar a la popular y querida actriz y cantante, denominada por su temple como la “Anna Magnani argentina”. “Ante mi propuesta, rápidamente, Dolina aceptó, es más, confesó que le daba mucha alegría ir a visitarla”.
-¿Llegaron a encontrarse?
-Sí, Alejandro le llevó masas y flores, y Tita había hecho poner una mesita para tomar el té. Se sentaron los dos a charlar, yo me quedé a unos metros, ni abrí la boca, solo quería escuchar. Tita era porteña de ley y Alejandro, un conocedor profundo de esa Buenos Aires que ella había transitado. Una experiencia como esa, también me la dio la radio.
-¿Qué otras situaciones o imponderables le ofrendaron en la radio?
-Recuerdo una mañana en la que estábamos haciendo el programa en Continental y vemos en las pantallas de televisión que teníamos en el estudio un edificio con una humareda saliendo de sus pisos superiores y la leyenda impresa en pantalla “una avioneta impactó en un edificio de Nueva York”.
-¿11 de septiembre de 2001?
-Así comenzamos a enterarnos del atentado a las Torres Gemelas. Al rato, la noticia daba cuenta que se trataba de un avión de pasajeros. Nos íbamos enterando “in progress”.
-Un desafío periodístico, donde pivotea el profesionalismo y la intuición.
-El tema es cómo se cuenta eso porque podés hacer un papelón. Estando al aire, veo por las pantallas que un segundo avión impacta de lleno, pero, ingenuamente, dije “otro avión pasará muy cerca, qué visión debe tener del accidente”. Era tan difícil ese momento porque había que tener cuidado con qué se decía, pero tampoco podías no decir nada. A la hora hablábamos de un atentado y a las dos horas surgió el nombre de un tal Osama ben Laden, todo en crudo, como en una redacción, pero al aire.
Tal fue el impacto gravitante en el orden mundial de ese atentado, que el programa Tiempos modernos, que finalizaba pasado el mediodía, continuó al aire hasta las cinco de la tarde. “Veíamos gente tirándose de los edificios y luego dimos con mensajes telefónicos de personas que se despedían de sus familiares. La noticia hizo que LA NACION editara una edición vespertina”.
-Alguna vez sostuvo “si duermo poco, estoy de mal humor, pero llego a la radio y todo cambia”. Más allá de las horas de sueño, ¿la radio es la pócima que le trasmuta la energía?
-La radio tiene una potencia enorme.
Continúa pensando en voz alta, mientras apura su cortado en el café de Las Lomas de San Isidro, cercano a su domicilio. “Fui uno de los responsables para que los periodistas gráficos pudieran conducir en radio”.
-¿A quiénes llevó al aire?
-A Rolando Hanglin, Mario Mactas, Charly Fernández, Oscar Raúl Cardozo e hice especiales con Ricardo Kirschbaum y Eduardo van der Kooy. Yo era una rara avis porque había venido del Sur sin haber estudiado locución. Me decían que no podía decir marcas, pero (Mario) Pergolini comenzó a desafiar eso diciendo marcas al aire.
-Mirtha Legrand tiene el carnet de locutora.
-Y los primeros locutores fueron actores.
-Guillermo Brizuela Méndez, Nelly Prince…
-Juan Carlos Thorry.
-Cuando manejaba radio Continental, ¿qué lo estimulaba más, hacer aire o estar en la oficina de la gerencia?
-El estudio es mi lugar.
La leyenda cuenta que una tía, al verlo recién nacido, dijo “es un Cholito”. La mujer sureña no imaginó que ese sería, no solo el apodo que acompañaría a su sobrino de por vida, sino que se convertiría en una suerte de mote artístico.
Una parte de sus ancestros llegaron en el buque (velero) Mimosa, ese que trajo, en 1865, a decenas de galeses al país, amarrándolos en el sur patagónico. La otra rama familiar es española. Curiosa simbiosis.
“Mi abuela materna vivió la llamada ´Patagonia trágica´ en Jaramillo y vio el asesinato de Facón Grande, el líder de la protesta de los peones. Del lado paterno, mi tatarabuelo fue el pastor metodista que recaló en la Mimosa, ellos no llegaron por cuestión de hambre, sino porque querían proteger la cultura y religión, porque tenían una gran presión inglesa, los invisibilizaban hasta en su idioma”. En Gaiman aún viven sus familiares, “tengo mucha parentela allí”.
-Su primer trabajo fue en un diario.
-Tenía un compañero de colegio, Hugo, cuya madre había heredado el diario de su marido llamado El Rivadavia, el decano de toda la Patagonia. Después de las clases, me iba al diario, me divertía. Luego lo convertí en un trabajo, pero creo que ni me pagaban y eso que me quedaba hasta el cierre. Lo primero que hice fue cumplir con el rol de corrector y escribir los epígrafes de las fotos.
Una mañana, le indicaron recibir y entrevistar a Eduardo Falú. Justo a él que, décadas después, se convertiría en un comunicador que siempre buscó defender la tradición cultural. “Charlé con él con el avión de fondo, era la costumbre de la época”.
-El incendio de un buque en Comodoro Rivadavia encendió, vale el juego de palabras, su fuego definitivo por el periodismo.
-De noche, en general, no sucedía nada. Pero, una noche, mi amigo Hugo llegó corriendo para llevarme al puerto de Comodoro Rivadavia porque se estaba quemando el buque petrolero General Madariaga. Era dantesco el panorama. Logramos llegar hasta la punta del muelle, cerca de las llamas, ya que no existía el protocolo que hoy se aplica. Delante nuestro pasaban los quemados a los gritos. Recuerdo a un hombre desnudo, cuya piel era completamente blanca. Es una foto que me quedó grabada para siempre.
-Más allá de la tragedia, eso fue una bisagra vocacional.
-Sentí “quiero hacer esto siempre”. También ahí aprendí lo de las cinco “w” para contar la noticia. Hoy, uno lee o escucha a periodistas que no saben contextualizar.
-Pensando en los medios, ¿cómo observa el fenómeno de los canales de streaming?
-Es un jardín de infantes, una salita celeste de la televisión.
-Una precuela.
-Una precuela. Es como mostrar la cocina de la televisión. No hay rigor y ni siquiera hay gente demasiado inteligente, es gente con el don del humor o de escandalizar un poco. No le veo futuro. Nadie ve los canales de streaming en directo, sino que se consumen a través de lo que replican.
-Al menos, no de manera mayoritaria.
-En vivo lo vieron cinco mil y, luego, con algún rebote se ve el fragmento ya emitido.
-¿Mira televisión de aire?
-Sí, pero solo para consumir noticias y deportes. La ficción ya quedó instalada en plataformas. Y la radio sigue…
Lo dice con pecho ensanchado. Convencido de la trascendencia del medio donde mejor se mueve.
El espectáculo Así nacieron las canciones permite un recorrido por aquellos poetas insoslayables. En escena, Gómez Castañón se encuentra acompañado por Luciana Garrido (canto) y Juan Manuel Rubino (canto y guitarra).
Cuando al periodista se lo coloca en la encrucijada de elegir un título, en el marco de un acervo inabarcable, no duda en mencionar “Luna tucumana”: “En mi vivencia siempre está Atahualpa (Yupanqui) y todo eso que comenzamos a cantar en el colegio”.
Más acá en el tiempo, hace hincapié en “La nochera”, “es impresionante cómo los chicos la conocen y la cantan”. Y, finalmente, reconoce que “particularmente me gusta la ´Zamba azul´ de Tito Francia, que no es masiva, pero es un modelo poético muy importante, es una composición sofisticada”.
En la charla emerge el grupo Divididos y el aporte que hizo al recuperar y versiona algunos títulos del acervo folclórico. “Mucho tiene que ver con la figura de Mario Arnedo Gallo, padre de Diego Arnedo”.
-Divididos se ha convertido en la llave de ingreso para nuevas generaciones al género folclórico.
-Se cree que el folclore es el gaucho, pero también tiene que ver con los ancestros, las comidas, los dichos y las leyendas, los chistes de cada uno, con el propio ser. En un país como el nuestro, tan amplio y diverso, eso se manifiesta de distintas formas, no es lo mismo el litoral que la Patagonia. Cada región tiene sus matices. El folclore de Buenos Aires es el tango, en ese sentido, Cacho Castaña decía “tarde o temprano, el tango te agarra”.
-Se suele afirmar “el tango te espera”.
-Y te abraza.
A diferencia de lo que sucede en el espectro radial porteño, en el resto del país el folclore late de una forma mucho más precisa y difundida. “En Salta, las radios pasan zambas y en Mendoza escuchás tonadas, pero en Buenos Aires no sucede eso. Siempre digo que Buenos Aires es el ´ser nacional´ de Domingo Faustino Sarmiento y el interior es el ´ser nacional´ de José Hernández”. Entre esos dos modelos, Gómez Castañón tiene una mirada crítica en torno al “padre del aula”.
El periodista reconoce cómo la música telúrica respira muy viva en todo el país y, sin distopía, también celebra que “el folclore volvió a Buenos Aires de la mano de los estudiantes del interior que se radicaron en la ciudad”.
-Siempre le ha dado cabida a esta música en sus programas y fue impulsor de grandes artistas. Recuerdo aquella primera entrevista a Soledad Pastorutti, siendo una niña y habiéndose presentado por primera vez en la plaza Próspero Molina.
-Fue al día siguiente de su debut en Cosquín, ya había regresado a Arequito y la sacamos al aire por teléfono. A los quince días la tuve en vivo en el programa. Era muy tímida, estaba vestida con borceguíes. En su primera presentación en Cosquín, Julio Márbiz la presentó como excepción porque era muy chica. Lo primero que hizo fue desobedecerlo y, en lugar de hacer un tema, interpretó como cuatro. Fue un boom en muy poco tiempo. Lo valioso es que, cuando irrumpió, tenía defectos de técnica vocal, pero estudió mucho, se dedicó, para ser la gran profesional que es hoy.
Oscar Gómez Castañón tiene tres hijos. “Martín se mudó hace poco a Esquel, Federico vive en España y Joaquín está radicado en Inglaterra, no tengo a ninguno acá”. Está en pareja con Silvana, “estoy muy bien, muy feliz”.
¿Desde hace mucho?
-A finales de 2020 comenzó nuestra relación.
-Un amor de la madurez.
-Pero ella es muy joven, aunque tiene una cabeza como si tuviera veinte años más, le gusta el folclore, lee todo.
Su pareja tiene 41 años, nacida en Carlos Casares y es licenciada en educación, con trabajo en un colegio bilingüe. Se conocieron a través de una red social. “Mientras se puedan conversar por horas, admirarse mutuamente y no aburrirse, ya está”.
-Tiene la edad de su primer hijo.
-No, es un año mayor.
Así nacieron las canciones. Domingos 23 y 30 de noviembre a las 20. Sala: El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960)

