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Gorenstein presenta su libro «Mujeres Resilientes» en Esquina

Será el viernes 29 de Octubre a las 19.45 hs la feria del libro de Esquina.

«MUJERES RESILIENTES» se compone de 17 historias de mujeres de distintas edades que superaron diversos traumas y salieron adelante.

ESTAS SON LAS 17 HISTORIAS QUE FORMAN PARTE DEL LIBRO

Aixa Di Salvo: Tuvo un accidente a los 12 años, quedó en silla de ruedas, pero logró cumplir el sueño que tenía desde niña.

Lea Zajac: Perdió a toda su familia, sobrevivió a Auschwitz y encontró el verdadero sentido a su vida.

Florencia Goyhman: La detección de un cáncer le permitió redescubrirse y armar su propio emprendimiento.

Verónica Nani: Sufrió la violencia de una madre alcohólica, pero logró perdonar y hoy disfruta del amor de sus hijos.

“La capacidad siempre es mayor a la discapacidad”: La historia de Nicole Aberg Cobo contada en primera persona.

Sandra Orellana: Con mucho sacrificio se recibió de maestra y hace 25 años que da clases en escuelas rurales.

Silvina Alkerman: Luchó años para cumplir el deseo de ser madre.

Nahir Amin: La trasplantaron a los 11, cumplió el sueño de tocar el saxo y ganó medallas en el atletismo.

Viviana Minervini: Le diagnosticaron cáncer de mamá, se deprimió, pero salió adelante por el amor de su familia.

Agustina Molina: Perdió a su marido y a uno de sus hijos, pero volvió a sonreír y a amar a la vida.

Alejandra Jaraba: La pintura la salvó la vida en medio de una profunda depresión.

Iliana Amestoy: Padeció bullying, bulimia y no tuvo para comer, pero todas esas situaciones la transformaron en una mujer “invencible”.

Beatriz Navarro: Tener párkinson no le impide ayudar a mucha gente y cumplir los sueños que se propone.

El humor como antídoto para atravesar una situación adversa: La experiencia con el cáncer contada en primera persona por Marcela Zarate.

Berenice Bracco: Le mataron a su mamá y la violaron cuando tenía 13 años, pero está convencida que “no hay nada más lindo que construir desde el amor”.

Ludmila Paez: Una guerrera de la vida que lucha día a día para darle el mejor mundo posible a su hijo.

Miriam Mac-namara: La adicción al paco la hizo abandonar a sus hijas, pero la vida le dio una segunda oportunidad.

Breve biografía del autor

Alejandro Gorenstein es periodista y escritor. Desde hace 10 años que se dedica a la resiliencia. Es autor de: “Mujeres resilientes: historias que inspiran fortaleza y esperanza ante la adversidad”, “Resiliencia: médicos más allá de la adversidad», “Historias de corazón: chicos que le ganaron a la vida” y “Vidas que enseñan”. Obtuvo el Premio Boehringer Ingelheim a la Innovación en Periodismo Científico en la categoría radio en 2019 y 2020 y el Premio Héctor Bergier en la categoría Internet en 2019. Entre otros medios, colabora en los diarios Clarín y La Nación.

Resiliencia es poder sanar lo que no siempre se puede curar

Conocí a Alejandro Gorenstein en el año 2012, un tiempo en el que mi propio camino resiliente tomaba una forma diferente a la que había tenido hasta ese momento en mi vida. Primero atravesé la resiliencia como vivencia y luego como concepto. A veces sucede que de este modo comprendemos visceralmente lo que luego podrá o no tener un razonamiento lógico. Cuando la vida golpea fuerte en ocasiones nos vemos frente a una oportunidad de aprendizaje única, que seguro y a conciencia no elegiríamos tener, pero así ocurre que nuestra existencia marca puntos que serán cardinales. Porque serán aquellos a través de los cuales podremos decir “hasta ahí…” y “a partir de ahí…”. Porque serán aquellos que por haber existido modificaran la definición de nosotros mismos y el modo en el que vamos a poder contar nuestra historia. No por el hecho de que uno Es la situación atravesada, sino por la circunstancia de que uno sí Es las decisiones que ha tomado, uno es los actos que llevo a cabo y uno es el resultado entre las condiciones dadas y las escogidas. En el año 2006, murió mi primera hija a sus tres años y medio a causa de un neuroblastoma, un cáncer muy severo de la infancia. Atravesó un año de tratamiento, cuarenta y tres internaciones y un autotrasplante de médula ósea. Su evolución progresaba realmente muy bien, pero sufrió una recidiva y en el lapso de uno o dos meses a causa de graves metástasis se hizo irreversible la posibilidad de su curación. Si bien un año puede parecer poco, la relatividad del tiempo cuando la estamos pasando difícil lo puede volver eterno. Y fue largo ese corto tiempo porque la vivencia subjetiva se hacía muy compleja de tolerar. Hoy puedo comprender que lo que nos acontece es para que podamos aprender, pero en aquel tiempo, en el tiempo preciso en el que todo estaba ocurriendo,  esto no lo hubiera podido entender, no lo hubiera querido entender. Pude investigar por aquellos tiempos que para algunos especialistas la enfermedad se desencadena luego de un hecho traumático, que es más baja la incidencia en personas optimistas, alegres y de pensamientos positivos. Yo misma había estudiado en mis años de carrera de psicología lo que estos especialistas concluían. Pero sus libros y los que yo había leído no coincidían con la realidad que me encontraba viviendo. Julieta fue una nena feliz, pero feliz de un modo que es bastante inusual poder observar. Optimista, positiva, imaginativa. Una nena que jugaba y sonreía, que amaba a todos y tenía un entorno hermoso. Además la caracterizaba el hecho de decir lo que pensaba siempre, lo lindo y lo que no lo era tanto por más que a alguno no le cayera demasiado bien. Te miraba fijo, profundo, intensamente. Siempre estaba pensando en soluciones y si algo de lo que tenía que pasar no le gustaba, su mente creaba una idea en la que ella podía centrarse para hacer foco, sabiendo esperar a después. Valoraba lo que si podía y se enojaba con lo que no, tomándolo como una meta a alcanzar, pero nunca como un lugar imposible adonde llegar. Súper conectada y con un inmenso deseo de vivir. Cómo comprender que el cáncer se desencadenara en su existencia a partir de lo sabido teóricamente previo? De un solo modo pude. Ella tenía todas las características de una persona resiliente sin duda, pero las personas resilientes también se mueren algún día. En los tiempos de lecciones vívidas, recuerdo a enfermeras, médicos y otros padres que pasaban por experiencias parecidas decirme que cuando todo pasara y obvio Julieta se curara, me dedicara a ayudar a otros que vivían una enfermedad semejante o parecida. La muerte nunca fue una opción, ni para mí, ni para ellos, menos para Julieta. Pero las cosas no son como una las planea siempre, y la vida me dio un cachetazo enorme. Mi hija, murió contra todos los pronósticos debido a su modo de ser y de enfrentar su enfermedad,  habiendo hecho todo y más porque eso no fuera así. Dedicarme a ayudar a otros? Imposible. Sentí que debía esconderme porque nada de lo que habíamos hecho estaba bien. Si ella había fallecido, en algo seguro nos habíamos equivocado. A quien iba a ir a enseñarle qué? Habíamos fracasado. Luego de no querer vivir, de leer compulsivamente sobre la vida y la muerte tratando de buscar respuestas que solo abrían más interrogantes, tuve una crisis de la más profunda  que un ser humano pueda tener. Tuve que tomar una decisión fundamental entre morir o vivir. Morir porque me quería ir con ella, si es que acaso eso era viable. O vivir porque sentí que no todo debía morir, sentí que de ella podía quedar vivo lo que sí podía vivir. Elegí vivir para que ella no muriera mas de lo que murió. Fui entendiéndome resiliente porque había tenido a la mejor de las maestras de la resiliencia. Fui comprendiendo que mientras los médicos intentaban curarla, nosotros tuvimos la gran tarea de sanarla, sanar su corazón y su alma. Cuidamos que ella no dejara de ser una nena jamás. Hoy puedo decir con plena claridad, que mi hija no pudo curarse, pero murió sana. Tiempo más tarde, en el año que contaba conocí a Alejandro pude definir a la resiliencia en mi primer libro “Todos somos resilientes” de editorial Paidos, 2012 como: “La capacidad para poder sanar lo que no siempre se puede curar”. Tanto en ese libro como en mi segundo libro “Todos podemos ser felices” de editorial Paidos, 2015, apunte a transmitir que la resiliencia es una capacidad potencial que todos los seres humanos poseemos y que debemos aprender a desplegar. Algunos tienen esta capacidad más desarrollada que otros, pero los seres humanos contamos con la posibilidad de superar hasta el dolor más profundo. Solo sabiéndonos resilientes es que podemos ser felices realmente, incorporando en nuestras vidas toda la paleta de emociones que podemos sentir, y no solamente la alegría como la única opción que se asocia a lo que erróneamente se llama felicidad. Ser feliz es una condición a la que puede llegar una persona que siendo resiliente incluyo en su vida incluso hasta su malestar. Es un estado del Ser que aun habiendo atravesado adversidades puede volverse una versión mejorada de sí mismo, del sí mismo que alguna vez fue antes de haberse podido conocer tanto. Porque atravesar dolores nos permite conocernos como nunca antes. Mi camino me llevo a orientar mi labor diaria de psicóloga, conferencista y actriz a expandir la resiliencia en un efecto multiplicador. Nos unió con Alejandro esta pasión por hacer lección el dolor. Desde que vino a hacerme la primera de muchas entrevistas, admiro profundamente que es un buscador de historias, que sabe preguntar para poder sacar de cada uno de los que vivimos historias duras, un mensaje esperanzador para otros, que encuentra siempre la manera de inspirar, que es un periodista magnífico que sabe traducir historias en huellas para ayudar a sanar, que se alegra y se emociona cuando encuentra relatos que de no escucharse quizá hubieran quedado en el olvido y que al darle forma pueden ser puente que inviten a muchos a pasar desde el lugar del enojo y el desconcierto, al lugar del sentido, algún sentido que nos permita seguir hacia adelante como la resiliencia invita, como Alejandro incita. Leer sus historias es llenarse de ganas, ganas de aprender, de continuar, de poder, de querer. Elegir es el verbo más importante de la resiliencia, y siempre podemos elegir el camino a tomar aun cuando no elegimos el hecho a transitar. Ale elige contar, recopilar historias maravillosas de un modo único como él con su propio sello sabe ordenar, historias sorprendentes e inspiradoras que tanto nos hacen falta para poder vivir una vida que no es solo rosa sino multicolor. Cuando la ostra es agredida por una partícula exterior que la amenaza como un granito de arena, ésta segrega a modo defensivo nácar y va cubriendo esa partícula lentamente. Lo que resulta de este proceso es que se crea una piedra preciosa en su interior. Los seres humanos podemos ser creadores de perlas, siempre y cuando elijamos caminos sanos y resilientes en nuestro andar. Alejandro les ofrece en este libro historias sanadoras que los conducirán a pensar que mas allá de lo que les pase siempre serán libres de escoger el modo en el que lo van a transitar.

Valeria Schwalb

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