Una hora y 20 minutos duró la conferencia de prensa de Gustavo Alfaro en el día previo al partido que puede devolver a Paraguay a un Mundial después de 16 años. Lapso en el que derramó toda su verborragia, muy edulcorada por una circunstancia por demás estimulante: este jueves, a la selección guaraní le alcanzará con un empate de local frente a un Ecuador ya clasificado o, aun perdiendo, con que Venezuela no le gane a la Argentina en el Monumental.
En poco más de un año, desde julio de 2024, el entrenador argentino dio vuelta una historia que era desalentadora con Daniel Garnero (cinco puntos sobre 18). Alfaro asumió y enseguida tuvo desafíos calientes, todos por las eliminatorias.
Debutó con un 0-0 en el Centenario en el mejor momento del Uruguay de Marcelo Bielsa. Le siguió una victoria 1-0 a Brasil en Asunción, hasta redondear una campaña de 10 encuentros, con cinco triunfos, cuatro empates y una derrota, en la última fecha, de visitante contra Brasil. “Había que recuperar el ADN histórico de Paraguay: su garra y templanza para expresar su fútbol. Vinimos porque estábamos convencidos de que podíamos dar vuelta la historia, aun sin prometer resultados», sentenció Alfaro.
El último Mundial de Paraguay fue en 2010, cuando con Gerardo Martino estuvo cerca de eliminar a España -luego campeón- en los cuartos de final. “Me encantaría tenerlo al Tata Martino al lado nuestro”, expresó Alfaro, envuelto en un discurso que combinó lo futbolístico y autorreferencial.
Paraguay, como país, mantiene una vigilia especial: de conseguirse la clasificación, el Gobierno declaró asueto para el viernes para la administración pública, con una invitación extendida al sector privado. Puede ser una jornada similar a la de un feriado. La de la selección es una causa nacional. El martes, el capitán Gustavo Gómez fue recibido por el presidente del país, Santiago Peña. “Gustavo le dijo al presidente de la Nación que hay personas que necesitan ver para creer, pero nosotros creemos sin ver, eso significa que hay un dogma de fe, de convicción y seguridad. Es una reflexión muy sabia”, dijo Alfaro sobre ese encuentro.
Imbuido de ese espíritu especial, Alfaro expresó: “No es un partido más contra Ecuador. Puedo asegurar que no habrá un jugador de Paraguay que no se dejará la piel por tratar de darle la alegría de la clasificación al pueblo. Porque si hay un pueblo que se merece una alegría, ese es Paraguay».
Con un sesgo populista, hablando por momentos de sí mismo en tercera persona, Alfaro hizo una exposición a corazón abierto: “El Gustavo Alfaro hombre está conmovido porque Paraguay, que se entienda bien lo que voy a decir, me hizo daño. Me rompió el caparazón de protección que tenía para los sinsabores, que son muy duros cuando toca vivirlos. Las ingratitudes pegan fuerte. Tener que irme de Ecuador como me fui, porque no nos cumplieron, me dolió. Fue un duelo de 11 meses. Tener que ser valiente para callarse la boca y trasuntar todo por adentro. Tengo piel de cocodrilo, no hay flecha que me entre. Hasta que llegué a Paraguay, que me rompió esa estructura. Me volvió un tipo muy vulnerable, si se quiere. Muy humano y cercano, que se conmueve mucho con los gestos de amor y humildad de toda la gente. Me pasa con los niños que vienen, me abrazan y me dicen ‘¿en serio es el técnico de la selección?’ El fútbol tiene un poder magnífico y maravilloso».
Continuó en una respuesta que le insumió siete minutos, solo interrumpidos para tomar un sorbo de agua: “Paraguay me abrió absolutamente todo eso. Me siento vulnerable, porque siempre digo que los afectos ganados son provisorios y los perdidos suelen serlo para siempre. Yo tengo mucho miedo de perder el amor que la gente de Paraguay me está dando. Yo no sé si merezco tanto. Eso me genera una obligación y desafíos muy grandes. Si bien no nací ni soy de aquí, siento que tengo raíces y sentimientos muy cercanos. Si mañana conseguimos la clasificación, me gustaría meterme en la tribuna y disfrutar como uno más».
Paraguay tiene una baja sensible, el volante ofensivo Julio Enciso (Racing de Estrasburgo). “Como Julio no hay ningún otro, ojalá tuviéramos dos o tres Julio Enciso. Lo que nos da es único”, lo valoró Alfaro. Entre los convocados hay siete futbolistas que se desempeñan en la Argentina. Entre ellos, por primera vez recibió un llamado Ronaldo Martínez, de Platense. “Un muy delantero, con capacidad para moverse por todo el frente de ataque”, lo definió Alfaro.
El DT argentino se puso risueño cuando intentaron que dijera la formación para enfrentar a Ecuador: “¿Quién te manda, Beccacece? Sebastián es vecino mío». Luego alzó los hombros al ser interrogado por varios apellidos puntuales: “¿Sabés qué me decía el Flaco Menotti? De la duda no se vuelve”.
Son días en los que Alfaro pone el acento en lo motivacional: “Ángel Romero apareció en la concentración con la camiseta del 2010 [último Mundial de Paraguay]. Estuve hablando con los lesionados [Matías Villasanti, Fabián Balbuena, Ronaldo de Jesús, Julio Enciso] que no pudieron venir. ¿Saben qué me dijeron? Que no les dolía estar lesionados, les dolía no estar acá, ser parte del grupo. A los muchachos les puse una foto grande, con los jugadores abajo, la gente por detrás y una escalera que conduce a la Copa del Mundo. Les dije los invito a dar el último paso, el que nos falta».