En el marco de la Feria Municipal del Libro de Esquina, el profesor Gustavo López, rector del Instituto San Martín de Goya, brindó la charla titulada “El mejor regalo: la vida”, destinada principalmente a estudiantes del nivel secundario pero abierta a todo público.
Tras su disertación, dialogó con nuestro medio y compartió su reflexión:
–Profesor, acaba de terminar su charla. ¿Cómo la vivió?
Muy bien, muy feliz. Es el segundo año que participo en la feria y siempre traigo una propuesta distinta. En esta ocasión, trabajamos con el tema El mejor regalo: la vida. La recibida fue muy positiva, con gran participación de alumnos de secundaria y sus docentes.
–El título invita a pensar. ¿De qué se trató el encuentro?
Partimos de una preocupación actual: pareciera que, entre tantas cosas descartables, lo más frágil termina siendo la vida misma. Y vemos cada vez más adolescentes que, por distintos motivos, no logran disfrutarla. Eso me inquieta y me impulsa a trabajar con ellos. Mi disparador es la palabra: hablar, expresar, pedir ayuda, enojarse, frenar… la palabra es la herramienta fundamental en la vida.
–¿Cómo lo transmite en la práctica?
Uso dinámicas, música, juegos. Un ejemplo es trabajar con un globo, que nos recuerda la fragilidad de la vida y cómo depende de cómo la tratemos. También les propongo a los chicos que identifiquen su “ancla emocional”: alguien con quien puedan hablar sin ser juzgados. Y al mismo tiempo invito a los adultos a escuchar, sin críticas, simplemente estando presentes.
–¿Cómo reaccionaron los estudiantes?
Hubo preguntas y comentarios, aunque a veces la timidez juega su papel. Pero la recepción fue muy buena. Mi idea es que cada joven se anime a decir lo que siente, y que encuentre un oído dispuesto a escuchar.
–Usted es profesor de economía, pero su charla tiene un enfoque muy humano y filosófico.
Sí, mi profesión es la docencia, pero mi pasión son los jóvenes. Además del instituto, trabajo en espacios como Cáritas, donde vemos muchas realidades vulnerables. Y muchas veces lo que falta es alguien que escuche.
–¿Cuál sería su mensaje final?
Que los chicos griten su realidad, y que todos —adolescentes, jóvenes, adultos, ancianos— estemos dispuestos a escuchar. No hacen falta orejas grandes, hacen falta personas que realmente quieran escuchar. Porque una palabra, un diálogo, incluso una escucha de 15 minutos, puede evitar una crisis mayor. La palabra es la mejor herramienta: primero hablar y escuchar, después viene lo demás.