El 4 de agosto de cada año, la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Juan María Vianney, Santo Patrono de los párrocos.
En la fiesta de San Juan María Vianney, que se conmemora hoy en la Iglesia, también se celebra el Día del Párroco en memoria de aquel que se dedicó con empeño a la conversión de su parroquia.
El popular “Cura de Ars”, nació en Dardilly, cerca de Lyon (Francia) en un modesto hogar de labradores, el año 1786. De todos los rincones de Francia, de Europa y hasta de América llegaban para confesarse con él. Murió el 4 de agosto de 1859. Pío XI, en 1925 lo proclamó santo.
La figura del párroco tiene una gran relevancia para la Iglesia. Él -tal como se expone en el mismo Código de Derecho Canónico– es el pastor propio a quien el Obispo diocesano confía pastorear a la comunidad que le ha sido encomendada, viviendo el día a día con y para ella, enseñándole, rigiéndola y guiándola hacia la santidad.
Estas características de pastor de una comunidad las vivió fielmente San Juan María Vianney, siendo párroco de la pequeña población francesa de Ars, donde ganó popularidad, especialmente, como confesor, no solo dentro de su comunidad, sino también en toda Francia. Su ejemplo de vida como pastor pasó las fronteras, tanto así que el mismo Pio X lo propuso como modelo para los sacerdotes párrocos.