Por Leonardo J. Glikin. Director de CAPS Consultores
Analía cumplió 18 años. Va a la Facultad, hace deportes, pero aún tiene algunas horas libres durante el día. Le pide a su mamá que la deje colaborar algunas horas en la empresa fundada por su abuelo, pero su mamá le dice: – no veo bien que empieces a trabajar ahora. Eso te va a distraer de la Facultad, y lo importante es que te vaya bien, y que te recibas”.
La situación es muy diferente de la de Juan, que desde que terminó el secundario no ha logrado decidir qué hacer, y sus padres le piden que se levante temprano y trabaje en la empresa que ambos fundaron, pero Juan se resiste. Está con los videojuegos hasta tarde, y le cuesta mucho levantarse antes de las 10.
Matías, el hermano mayor de Juan, se recibió de ingeniero. Sus padres lo recibirían en la empresa con las manos abiertas, pero él decidió que quiere postularse a trabajar en una Corporación, para ganar experiencia. Después verá, si se integra a la empresa familiar o no.
Diferentes historias, y por supuesto, hay muchas más. Su punto en común es que se trata de un tema significativo, cuando la familia es propietaria de una empresa, y se plantea la integración de los hijos. En nuestra observación a lo largo de los años podemos sostener que las familias empresarias adoptan distintos modelos, que a su vez evolucionan de una generación a otra.
1.- El mandato de pertenecer y continuar
Se espera que todos los hijos se integren a la empresa familiar, que la hagan crecer, y que la preparen para pasarla, luego, a la generación siguiente. Este es el modelo más habitual en las familias inmigrantes, que basan su desarrollo empresarial en el trabajo y el compromiso de sus integrantes.
2.- Los hijos siempre tienen un lugar en la empresa familiar.
Sin importar el nivel de preparación de cada uno, siempre tendrán un espacio en la empresa, y, lo más importante, una fuente de ingresos. Si para ello hay que inventar un puesto, o hay que resignarse a que los resultados no sean tan buenos como si el lugar fuera ocupado por un tercero, no es demasiado importante, ya que dar trabajo a la familia es visto como una de las funciones de la empresa.
3.- La empresa da una oportunidad bajo ciertas condiciones
Hay requerimientos previamente establecidos como condición para incorporarse y permanecer en la empresa. Por ejemplo, debe haber un puesto vacante debidamente descripto, y el familiar debe contar con la formación y la actitud necesaria para ocuparlo. En general, bajo este modelo los padres evitan ser los superiores directos de sus hijos.
La empresa no está al servicio de las necesidades laborales de la familia, sino que su continuidad exitosa es un valor primordial, sea que los miembros de la familia puedan integrarse o no.
4.- Trabajar en la empresa es un logro y un compromiso
Generalmente en tercera generación o posteriores, y en especial cuando se trata de empresas profesionalizadas, se establecen cláusulas restrictivas para que nadie se incorpore por su sola condición de familiar. Por lo tanto, cuando hay un puesto vacante compiten con no familiares para poder obtener el puesto, de modo que su incorporación y permanencia sea fruto de sus merecimientos personales, sin ventajas por el hecho de ser integrantes de la familia propietaria.
5.- Libertad total
Se prioriza que los miembros de la familia no se sientan obligados a participar en la empresa familiar, a tal punto, que a veces se les da poca información acerca de la empresa, para no influir sobre ellos.
Hurgando en las razones para tomar este modelo, hallamos muchas veces padres que han tenido la mala experiencia de sentirse obligados a participar de una empresa familiar, y por lo tanto adoptan el camino contrario.
6.- “Más vale adentro que afuera”.
Cuando los progenitores observan que los hijos no encuentran trabajo, o no los buscan, y que pueden estar rodeados de malas compañías, suelen pensar en la empresa como un refugio, un espacio seguro para que el hijo problemático ocupe su tiempo alejado de las influencias peligrosas. El valor prioritario, entonces, es la tranquilidad familiar, y en función de ese valor tan importante hasta se llegan a transgredir pautas que la propia familia empresaria había establecido, con tal de evitar un riesgo mayor.
Comprender estos modelos ayuda a evitar discusiones y alinear expectativas. Poder elegir el mejor modelo para cada familia y para cada empresa es una manera de aportar al éxito empresario y la felicidad familiar.