En la cultura popular brasileña suele hablarse de “infierno astral”. Se refiere a un período, el del mes previo al cumpleaños de una persona. En esa etapa se suceden los conflictos, las crisis emocionales, la sensación de estancamiento. Son semanas en las que todo parece salir mal. Javier Milei parece estar atravesando ese calvario, en la que se enlazan las turbulencias financieras con los escándalos políticos.
Hace apenas una semana las autoridades celebraban a través de las redes sociales haber sido salvados del abismo. Fue cuando el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, anunció que el Banco Central de la República Argentina dispondría de 20.000 millones de dólares para fortalecer sus reservas. Bessent adelantó también que su oficina podría comprar títulos argentinos en el mercado secundario e, inclusive, adquirir bonos emitidos para ese exclusivo comprador. El gobierno de Donald Trump estaba diciendo, con esas declaraciones, que se haría responsable de que la Argentina pague su deuda en dólares. El precio de los bonos encontró un piso. Y el mercado de cambios, advertido de que el Central fortalecería sus reservas, dejó de presionar sobre la cotización del dólar.