Primero, ¿cómo crecer? Segundo, ¿cómo alcanzar el desarrollo de la mano del crecimiento? Con el horizonte del Milei segunda etapa, la polémica que ordena cada vez más el juego de la política gira en torno a esas preguntas centrales para los dos años por venir. Las respuestas que se impongan van a definir el camino hacia 2027. Se conectan con lo que será evaluado al final del mandato de Javier Milei, además de la inflación a la baja: la marcha de la economía real con el crecimiento y sus efectos en el metro cuadrado de la gente, el consumo y el salario y su poder adquisitivo. ¿Con la macro alcanza como política que riegue el crecimiento productivo, como quiere el mileísmo? ¿O hay que volver al ministerio de Desarrollo Productivo que le gusta al no-mileísmo?
El crecimiento económico es la meta organizadora del mediano-corto plazo. En ese marco, ese debate va tomando cada vez más vuelo y atraviesa la polarización argentina de estos nuevos tiempos mileístas: ya no es kirchnerismo vs. antikirchnerismo. Ahora manda el mileísmo versus el no-mileísmo: todo lo que intenta reinventarse desesperadamente después del nuevo triunfo de Milei, desde el peronismo y el kirchnerismo hasta la oposición del centro que no dio el salto al universo libertario, donde están Pullaro, Lousteau, Rodríguez Larreta, entre otros.

