La concejala kirchnerista de Quilmes Eva Mieri, detenida por el ataque a la casa de José Luis Espert, relató este viernes el calvario que vivió durante su tiempo en detenida en una comisaría de San Isidro y, más tarde, la cárcel de mujeres de Ezeiza. Denunció una “persecución política, judicial y mediática” y dijo que fueron “días muy violentos”. “Es terrorismo de Estado de baja intensidad”, sostuvo en declaraciones radiales.
Mieri estuvo trece días detenida por orden de la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, que la acusó de haber tirado estiércol frente a la casa del diputado libertario en San Isidro. Sin embargo, la concejala denunció que, hasta hoy, desconoce los motivos de la detención, ya que no puede acceder a los mismos en la causa y que todo lo que se enteró fue por “los medios”.
“Fueron trece días de detención ilegal, ilegítima, irracional en una cárcel de máxima seguridad. Fueron días violentos, que es una muestra más de lo que este gobierno nacional viene a querer mostrar con este tipo de hechos”, aseguró en diálogo con Futurock.
Su excarcelación ocurrió el pasado martes por un fallo de la Cámara Federal de San Martín. Al salir, se abrazó con la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, quien acudió a esperarla junto a un grupo de mujeres.
“Pareciera que La Cámpora es el mal de todos los argentinos. Solo tiene adentro pibes y pibas que militan defendiendo la bandera de que la patria es el otro y garantizar el buen vivir de las comunidades. Lo que no pudieron hacer con Cristina, que era humillarla, llevarla esposada, hacer un show televisivo, lo terminaron haciendo con nosotras”, reclamó.
Mieri detalló lo que vivió, desde el allanamiento a su hogar. “Parecía que buscaban a un asesino serial o narcotraficante. Allanaron el domicilio de mi mamá, que tiene 70 años y vive sola; el de mi hermano, que estaba con su familia, yendo al colegio con mi sobrina; y en mi domicilio particular, que estaba con mi marido y mi hijo”, señaló. La concejala tiene un hijo de 21 años y una hija de 20.
El allanamiento fue de madrugada. “Fue bastante duro. Entraron muy agresivamente. Estaba en pijama, todavía no sonaba el despertador para ir a la Municipalidad a trabajar. Yo vivo en un PH al fondo, en Quilmes este, y mi marido salió al pasillito a ver quién era y, cuando volvió, entró con cinco efectivos, una mujer y cuatro hombres, con la orden de allanamiento que tenían. No se decía por qué lo estaban haciendo. Se sigue sosteniendo el secreto de sumario”, explicó.
Hasta el día de hoy, Mieri reclama que desconoce el motivo de su detención y que, lo que sabe, se enteró “por los medios”. “Es una persecución política, judicial y mediática lo que están haciendo con la militancia organizada”, sumó.
La concejala contó que, al salir, le ofrecieron encapucharla porque había gente: “Yo me negué. No soy una asesina, criminal y no tengo vergüenza de lo que soy y represento. Salí con la frente en alto”.
Pasó tres días en una comisaría de San Isidro, hasta que decidieron trasladarla a la cárcel de mujeres de Ezeiza. Allí permaneció trece días. La jueza Arroyo Salgado se había negado a liberarla, pero los camaristas Alberto Lugones y Néstor Barral consideraron que no existían riesgos procesales que justificaran que siguiera detenida.
“El traslado fue a las once y media de la noche. Necesitaban hacerlo en la oscuridad para que mis compañeros y familia no sepan. Lo peor fue esas horas en Talcahuano, en el Palacio de Justicia. Fue… demasiado”, relató.
Mieri contó que la desnudaron “veinte veces delante de hombres y mujeres para requisas”. “Ellos decían que era para ver si no tenía golpes anteriores al ingreso al penal. Me sacaban las cosas del bolso. Mis compañeros y familia me habían mandado frazadas y cosas de abrigo. Me las sacaron. Pedí un baño porque estaba menstruando y se rieron y me mandaron a una letrina sin puerta, riéndose mientras iba al baño. Y después me dejaron en una celda oscura con una camita de cemento. No dormí”, confesó.
Para Mieri, esas fueron las peores horas. Luego, la metieron en una camioneta donde la “encadenaron”, al esposarla de manos y pies. “Fue a las 2 de la mañana e iban a máxima velocidad. Sentía impotencia. El miedo lo tuve en ese traslado”, sostuvo.
Mieri fue recibida por Mendoza y la militancia, que la acompañó desde su salida de la cárcel y le expresó su solidaridad.