En la Argentina ningún estudiante de Psicología puede entrevistarse a solas con un paciente hasta estar recibido y matriculado. Así lo establece la ley del ejercicio profesional, que reserva la atención clínica para quienes cuenten con título habilitante. Esta restricción protege a la sociedad, pero también deja a los futuros psicólogos frente a un desafío: completar la carrera con abundante teoría, prácticas supervisadas y análisis de casos, pero sin experiencia directa con pacientes.
Ante la imposibilidad legal de atender pacientes reales sin matrícula, la licenciatura de Psicología de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) incorporó bots clínicos que permiten practicar entrevistas, diagnósticos y técnicas terapéuticas.
“Si bien siempre contamos con numerosas instituciones para realizar prácticas profesionales, estas se dan sobre todo desde la observación o el análisis de casos ya trabajados por un profesional. A esto se suma que la ley del ejercicio profesional establece que solo pueden atender pacientes quienes cuenten con título habilitante y matrícula. Es una protección necesaria para la sociedad, pero muchos futuros psicólogos llegan a su primer consultorio real con basta teoría y muy poca práctica directa”, explicó Juana Jurado, directora de la licenciatura en Psicología.
La falta de entrenamiento no es un detalle menor. “Esto resulta especialmente sensible si recordamos que la psicología no se reduce a aplicar técnicas o administrar tests. En el centro de la tarea está el vínculo terapéutico. La escucha atenta, la capacidad de formular preguntas pertinentes, la construcción paulatina de confianza y confidencialidad no se aprenden solo en los libros ni en los exámenes. Se entrenan en el encuentro clínico, en la interacción con un otro que sufre, duda, se enoja o se defiende”, sostuvo Jurado.
Con ese escenario, la UADE decidió crear una solución tecnológica propia. Motivados por el lema “aprender haciendo”, en julio de 2024 desarrollaron “pacientes” de inteligencia artificial: bots simuladores capaces de recrear, con notable realismo, diálogos clínicos complejos, distintos perfiles sociodemográficos y múltiples cuadros psicopatológicos.
Hay dos versiones de estos “pacientes”: un bot que habla y escribe de manera simultánea, utilizado en actividades grupales, y un avatar diseñado para prácticas individuales. Los bots tienen palabras claves, para iniciar la sesión, finalizar la sesión. Luego hay una palabra clave, donde la IA ofrece una devolución al alumno sobre su desempeño como profesional.
En esta primera etapa, los pacientes virtuales se utilizan en diez materias de la carrera, distribuidas entre primero y cuarto años. Cada bot acompaña el nivel de complejidad de la asignatura y se diseña según sus necesidades específicas. La selección de estas materias responde a una lógica central: que los estudiantes puedan poner en práctica, en entornos controlados, los conceptos teóricos trabajados en clase. Hoy, alrededor del 20% de la carga horaria de esas asignaturas incluye trabajo con bots.
Los bots, explicó Jurado, resultan sorprendentemente humanos “por la historia de vida coherente que tienen, donde además manejan un lenguaje con vocabulario argentino. El avatar te va contestando a todas las preguntas, como si fuera una sesión psicológica real”.
En el caso de las prácticas profesionales de cuarto año, orientadas al entrenamiento diagnóstico, la utilización de pacientes virtuales alcanza el 100% y constituye la actividad central del dispositivo formativo. “La idea es que los alumnos puedan entrenarse en escuchar signos, síntomas, empezar a aprender a conceptualizar los casos: qué le sucede a este paciente, qué diagnóstico tiene. Después diseñamos los tratamientos”, explicó Jurado.
Estas prácticas con los bots permiten a los estudiantes ejercitar habilidades. “Les permiten desarrollar competencias concretas, mejoran sus habilidades de comunicación clínica, organizan mejor la entrevista, aprenden a regular sus propias emociones frente al sufrimiento del otro, afinan el razonamiento diagnóstico y ejercitan la toma de decisiones en tiempo real. Muchos alumnos señalan, al salir de las prácticas, que ‘impresiona lo mucho que se aprende’ en pocas sesiones y que sienten una diferencia clara en su seguridad y confianza para futuras prácticas con pacientes reales”, afirmó Jurado.
Para los docentes, esta es una nueva manera de enseñar psicología. Para ellos, la herramienta se convirtió en un recurso innovador y esencial dentro del aula. “En una profesión como la psicología, donde la imposibilidad legal de atender pacientes hasta la obtención de la matrícula obstaculiza la práctica de escenarios con pacientes reales, la praxis estaba reservada al role play o al análisis de casos clínicos. En este sentido, la inteligencia artificial permite, mediante el prompt adecuado, adaptar el nivel de complejidad del ‘paciente virtual’ en una interacción altamente realista. Los estudiantes celebran la iniciativa de UADE de incluir esta tecnología en el día a día dentro de las aulas”, sostuvo la docente Carolina Avigliani.
En la misma línea, Guillermo Alfonso, también docente de la carrera, afirmó: “Para el desarrollo de habilidades diagnósticas, las propuestas se orientan a reconocer —desde múltiples aristas— características centrales de los cuadros clínicos. Encontramos que los estudiantes toman el desafío: reflexionan y practican, pero reconocen los reparos que se deben tener en cuenta frente a una simulación“.
Los bots se nutren de evidencia empírica, manuales de enfermedades mentales (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición (DSM-5) y Clasificación Internacional de Enfermedades, 10ª edición (CIE-10)) y literatura científica reciente, lo que garantiza rigor en la simulación de los cuadros clínicos.
La utilización de estos pacientes virtuales también tiene un argumento ético. Cuando el primer ensayo ocurre con un paciente de inteligencia artificial, los errores dejan de ser un riesgo y se convierten en un recurso pedagógico de alto valor. El estudiante puede equivocarse, recibir retroalimentación inmediata, repetir la entrevista, comparar alternativas y revisar, paso a paso, qué podría haber hecho distinto, sin dañar a nadie en el camino.
“Esa posibilidad de ensayo y error, que en la clínica real es muy limitada, se vuelve aquí parte estructural del aprendizaje. No es lo mismo que recibirte y tener que cometer errores con pacientes reales que recibirte ya con un montón de competencias después de haber tenido muchos pacientes uno a uno en tu formación. Para UADE, la responsabilidad en la formación y en la ética de nuestros alumnos no es solo un tema académico, está directamente ligada al bienestar social. El entusiasmo de los estudiantes después de trabajar con estos pacientes virtuales (y esa sensación repetida de ‘acá de verdad estoy aprendiendo a ser psicólogo’) son, para nosotros, una señal de que vamos en la dirección correcta”, describió Jurado.
Para los alumnos, la experiencia también es muy positiva. “Fue una experiencia súper interesante. Me sorprendió la forma de responder de los pacientes IA, porque parecía un paciente verdadero. Además, la coherencia que mantenía durante las conversaciones me ayudó muchísimo a practicar lo que fui aprendiendo a lo largo de la carrera de Psicología. Realmente disfruté mucho de haber realizado la práctica”, explicó Gonzalo Renu, que cursa la carrera de psicología.
La directora de la licenciatura adelantó además que ya están desarrollando nuevas capas de realismo para los bots: “La idea con estos pacientes, que ya son increíbles, en algunos casos ya estamos desarrollando avatars que miran además y responden a gestos, para tener una experiencia todavía más precisa”, explicó Jurado.
También trabajan en una aplicación específica para el último tramo de la carrera. “El próximo año contaremos con un paciente para que cada alumno lo pueda tener en su celular. Va a poder aplicar, en la materia Métodos Psicoterapéuticos, las intervenciones que aprenden en el aula”, concluyó.

