En medio del inminente acercamiento del cometa 3I/ATLAS a la Tierra, resurgieron distintos hechos astronómicos ocurridos hace siglos que marcaron la vida de cientos de personas. Uno de los eventos menos conocidos de la antigüedad fue el eclipse del 19 de mayo del 557 a.C., cuando una ciudad quedó a merced del enemigo y su población desapareció.
Esta historia quedó registrada en las memorias del filósofo griego Jenofonte, quien mencionó la caída de la ciudad meda de Larissa ante el poder persa. Su descubrimiento tuvo lugar durante una expedición expansiva del imperio heleno en el 401 a.C., organizada por Ciro el Joven, con el objetivo de arrebatarle el trono a su hermano, el rey persa Artajerjes.
En su travesía, el ejército llegó hasta las orillas del río Tigris y se encontró con una ciudad abandonada. Aquello sorprendió a los helenos, ya que se trataba de Larissa, una fortaleza que había resistido el avance de los enemigos y jamás había caído ante fuerzas externas. Sin embargo, lo que hallaron fue desolador: los muros fueron reducidos a escombros y ningún rastro de vida se percibió en muchos kilómetros.
En la antigüedad se conocía bien ese asentamiento que habitaron los medos. Según los archivos conservados por el Proyecto Gutenberg, Jenofonte describió que la ciudad “tenía una muralla de 7,6 metros de espesor y 30,5 metros de altura, con un perímetro de 2 parasangas (unos 12 kilómetros)”.
Larissa fue construida con ladrillos cocidos sobre una base de piedra de seis metros de altura. De acuerdo con los escritos del filósofo, “cuando los persas arrebataron el imperio a los medos, el rey de Persia sitió la ciudad, pero fue incapaz de tomarla hasta que una nube cubrió el Sol, haciéndolo desaparecer por completo, y los habitantes se retiraron”.
El enemigo persistió, rodeó el perímetro y, al ingresar por uno de los laterales, avanzó hacia el interior de la muralla. Allí encontraron una pirámide de piedra similar a las egipcias y continuaron unos metros más allá, hasta un gran castillo, el epicentro gubernamental. Aunque los persas estuvieron cerca de lograr su cometido, no pudieron resistir los embates de los medos, hasta que el día se transformó en noche y los ciudadanos simplemente huyeron. La oscuridad fue interpretada como un mensaje divino: debían escapar y ceder ante el Imperio persa.
Para los historiadores, este relato alude al eclipse ocurrido el 19 de mayo del 557 a.C. Después de una larga investigación dirigida por Sir A. H. Layard —encomendada por Jenofonte y en la que también participaron el capitán Felix Jones y otros estudiosos— se logró identificar a Larissa con la actual Nimrud y a Mespila con Mosul.
En los primeros registros de eclipses históricos, este fenómeno había sido pasado por alto. Hubo que esperar varias décadas para confirmar la coincidencia entre aquel evento astronómico y el suceso que aterrorizó a los medos, obligándolos a abandonar la ciudad que más tarde sería ocupada por los persas. Investigaciones posteriores revelaron que el Sol no se cubrió por completo, pero la penumbra fue suficiente para desorientar a los habitantes.
Los medos fueron un antiguo pueblo de origen iraní que habitó la región de Media, en el actual noroeste de Irán. En su época conformaron un imperio aliado de los babilonios, hasta que en el 550 a.C. fueron absorbidos por los persas bajo el gobierno de Ciro II.

