El mercado inmobiliario premium atraviesa una etapa de redefinición profunda en la que los amenities dejan de ser un complemento aspiracional para convertirse en un componente estructural de la experiencia residencial. La transformación no surge de un capricho estético, sino de un cambio cultural más amplio: nuevas formas de habitar, el avance del trabajo híbrido, la búsqueda de bienestar integral y la consolidación de servicios que antes solo pertenecían al universo hotelero.
Según reportes internacionales, los edificios que se proyectan hacia 2026 se conciben como espacios flexibles, conectados y capaces de acompañar distintos estilos de vida, con amenities que aportan valor real al día a día de los residentes. Esta tendencia se alinea con un mercado que prioriza la calidad de vida, la adaptabilidad y la integración de servicios que antes no formaban parte del repertorio tradicional de un edificio residencial.
En este contexto, la mirada de los especialistas locales permite entender cómo estas tendencias globales se traducen en decisiones concretas de diseño y desarrollo. Para Alice Pfeiffer, gerente de Sucursal Nordelta y Puertos de Achaval Cornejo, el punto de partida es claro: “Obviamente que el tema de los amenities depende de la calidad de los edificios. En edificios premium lo que se busca es calidad y que los amenities realmente sirvan”. Su planteo sintetiza un cambio de época: ya no alcanza con sumar espacios por acumulación, sino que cada ambiente debe tener un propósito definido y un uso real por parte de los residentes.
El avance del trabajo híbrido es uno de los motores más visibles de esta transformación. La demanda de coworkings dentro de los edificios dejó de ser una tendencia incipiente para convertirse en un estándar en crecimiento. Pfeiffer lo explica con claridad: “Los nuevos espacios de cowork en los edificios incluyen buenas salas de reuniones, cerradas y aptas para tener reuniones virtuales, por ejemplo”. La diferencia entre un espacio improvisado y uno profesional marca la frontera entre un amenity decorativo y uno que efectivamente mejora la vida cotidiana.
Los edificios que se proyectan incorporarán cada vez más espacios multifuncionales que permitan combinar trabajo, ocio y socialización sin necesidad de desplazamientos constantes. En paralelo, la lógica del hospitality —propia de los hoteles— se integra al diseño residencial, con servicios orientados a la experiencia, el confort y la atención personalizada, una tendencia que también se observa en los mercados de Estados Unidos y Canadá según el informe Emerging Trends in Real Estate® 2026 de PwC y ULI.
En Argentina, esta convergencia entre bienestar, funcionalidad y servicio también se acelera. Alan Flexer, gerente de Sucursal San Isidro de la inmobiliaria Narvaez, destaca que “los amenities en los proyectos premium están evolucionando hacia un enfoque claramente vinculado al wellness y al bienestar integral, que hoy se volvió un eje central en el diseño residencial”. Ya no se trata solo de un gimnasio tradicional, sino de espacios pensados para nuevas formas de entrenamiento, como calistenia, funcional o prácticas que promueven un estilo de vida más consciente. Esta tendencia coincide con el crecimiento global de áreas deportivas y zonas de actividad física dentro de los edificios, que buscan fomentar hábitos saludables y reducir la necesidad de traslados.
Flexer también subraya un fenómeno que gana terreno: los amenities colaborativos. “Aparecen con fuerza los amenities de uso colaborativo y utilidad práctica, donde el concepto de compartir cobra protagonismo”, explica. Entre ellos, menciona un ejemplo que ya empieza a verse en desarrollos de alta gama: “Espacios con cajas de herramientas comunes, que permiten a los residentes acceder a distintos elementos sin necesidad de que cada uno los compre. A través de la tecnología, se puede controlar el uso y hasta alquilar estos recursos de manera organizada”. Esta lógica de recursos compartidos dialoga con tendencias globales que apuntan a optimizar costos, reducir consumos y promover un uso más eficiente de los espacios y objetos.
La dimensión del bienestar también se extiende a las mascotas, que hoy ocupan un lugar central en la vida de los residentes. Flexer señala que “se suman amenities vinculados a las mascotas, que responden a una demanda cada vez más presente”. Desde pet spas hasta áreas de recreación específicas, estos espacios se consolidan como parte del nuevo estándar de los edificios premium.
En paralelo, los rooftops continúan su expansión como espacios sociales y de disfrute. Pfeiffer destaca que “se está usando mucho los rooftops con el tema de los livings, fogoneros, parrilleros, por supuesto buenas piletas in y piletas out, piletas calefaccionadas, pero básicamente todo lo que sea para mejorarle la calidad de vida a la gente”. La clave, insiste, es que estos espacios sean realmente aprovechables y no simples decoraciones: “Para mí, lo importante de los amenities es que estén diseñados para que a la gente realmente le haga la diferencia tenerlo, y no una cantidad de salitas o de gimnasitos chiquitos”.
A nivel global, la digitalización también se integra a la gestión de amenities, permitiendo reservar espacios, organizar actividades o incluso administrar servicios de manera remota, una tendencia que se consolidará en los próximos años. En mercados más desarrollados, la incorporación de tecnología también se vincula a la eficiencia energética y la automatización de procesos, aspectos que comienzan a permear lentamente en los desarrollos locales.
De cara a 2026, el panorama es claro: los amenities ya no son un accesorio, sino un diferencial competitivo que define la identidad de un proyecto y su capacidad de adaptarse a nuevas formas de vivir. La convergencia entre bienestar, funcionalidad, tecnología y experiencia marcará el rumbo de los desarrollos premium, tanto en Argentina como en los principales mercados internacionales. Y, como señalan los especialistas, el desafío no será sumar más espacios, sino diseñarlos con propósito, calidad y verdadero impacto en la vida cotidiana.
El proyecto Nómada, que se desarrolla en la esquina de la as avenidas Santa Fe y Bullrich, tendrá más de 1600 m² de amenities pensados para el bienestar que incluyen desde una terraza vegetada de 800 m², piscina con borde infinito, salón de eventos, cowork, salones gourmet y espacios recreativos para chicos. “No se trata de tener solo áreas comunes sino también de dar servicios”, agrega Alex Sakkal, uno de los directores de la desarrolladora Grupo Nómada.
En la misma línea, Andrés Neumann, cofundador y CEO de la empresa, explica que “lo que más nos importa de un edificio empieza cuando está terminado: cómo se vive, cómo se usa, qué aporta al día a día de su gente. Este emprendimiento fue concebido desde ese lugar, pensando en el bienestar real de quienes lo habiten”. De hecho, hasta diseñaron una “biblioteca de cosas”. ¿Qué significa esto? Un espacio al que todos los vecinos podrán acceder a herramientas, a una aspiradora de vapor, un comprensor para inflar las gomas de las bicicletas, impresora o todos aquellos elementos que las familias suelen necesitar en algún momento y no tienen. “Hay que aprovechar los principios de la economía compartida”, agrega.
Además en el proyecto funcionará un supermercado sin cajeros humanos que estará abierto 24/7, los habitantes tendrán un sistema de alquiler de autos que se podrá alquilar en el día, provisión de bicicletas y estaciones de carga para vehículos eléctricos.
“Creemos que los proyectos tienen que resolverle la vida a la gente por eso planteamos un ecosistema de servicios cotidianos como por ejemplo limpieza bajo demanda, paseadores de mascotas y actividades wellness, bajo un modelo pay-per-use. Todo lo podrán pagar desde una app”, detallan los desarrolladores.
Por su parte, Eduardo Costantini, figura clave del mercado inmobiliario argentino, inauguró su última apuesta arquitectónica en el bajo porteño: Huergo 475. Esta torre de 38 pisos y US$90 millones de inversión se erige a pasos de Puerto Madero, transformando un área que históricamente fue de tránsito pesado en un nuevo polo urbano con una propuesta distintiva de lujo y comunidad.
La propuesta arquitectónica, diseñada por el estudio Adamo–Faiden, busca fomentar la vida comunitaria en altura. Sus amenities, que incluyen biblioteca, coworking, wellness, gimnasio, piscina y parrillas en el rooftop, se distribuyen a lo largo de los distintos niveles de la torre. Esta configuración, que suma más de 1500 m² de espacios comunes, permite a todos los residentes acceder a vistas panorámicas y experiencias compartidas, reforzando el concepto de “democratizar la altura”. Al respecto, Marcelo Faiden, arquitecto del proyecto, señaló: “No importa si vivís en un monoambiente, podés usar toda la torre. Eso la vuelve mucho más humana. Es parte de un sistema”.
Pero el bienestar de las personas no solo se busca (y se encuentra) en los edificios donde se vive sino también donde se trabaja. Las nuevas propuestas de coworking en Bueno Aires ofrecen servicios impensados para el mundo corporativo y el horario laboral para redefinir la experiencia del trabajo.
“El futuro del trabajo no se trata solo de metros cuadrados, sino de experiencias que potencien a las personas y a las empresas”, explicó Uri Iskin, CEO y cofundador de HIT Cowork, durante la presentación del nuevo edificio. La útima sede inaugurada es HIT Polo ubicada en la avenida Dorrego al 3500, en Palermo, más específicamente en el nuevo Paseo Gigena.
Con una inversión de US$5 millones y 5000 m² de oficinas flexibles, el edificio ofrece salas de reuniones, espacios sociales y amenities al menos curiosos para una oficina: desde una cava de vinos, pasando por una peluquería, siestario con camas, sala de masajes, auditorio para más de 250 personas, running track, consultorios médicos y una cafetería.
En la misma línea y para lograr que las nuevas generaciones vuelvan a la oficina pero sin sentirlo una obligación, la reinvención radical del concepto del espacio laboral parece ser la respuesta. Y para ello, el grupo IRSA, dueño de los principales shoppings del país, invirtió US$2,5 millones en un proyecto estilo “club empresarial”, con foco en el bienestar y entretenimiento.
Ubicado en el ex edificio Philips, dentro del Polo DOT, Workplace by IRSA, combina coworking con amenities que rompen con el paradigma de una oficina tradicional: desde un siestario con camas para descansar, pasando por un espacio con sillones masajeadores, hasta cuatro canchas de pádel vidriadas en altura, visibles desde la Panamericana.
Son 10.000 m² en total, con 8000 m² construidos, que permiten alojar hasta 900 personas distribuidas en tres pisos de oficinas, enfocado principalmente en empresas de tecnología y startups.
Los amenities comienzan a ser el valor principal de las empresas a la hora de atraer a los empleados. Hoy, ese espacio, se presenta como el “AAA plus de las oficinas”, tal como lo definió Ben Elsztain, director creativo de Workplace by IRSA.
“Lo que ofrecemos es un modelo pensado para que venir a la oficina sea una elección y no una obligación”, dicen desde la compañía. El complejo, que arrancó con tres empresas, hoy cuenta con 50 compañías instaladas, entre ellas Rappi, Pomelo, Ripio, Henry, Casheo y Crafters, con una ocupación del 95% del total. El público predominante tiene entre 21 y 35 años, y en total ya hay 2000 trabajadores dados de alta.

