El histórico ciclista y comparsero de Esquina celebra ocho décadas de vida. Con una bicicleta siempre a su lado y el recuerdo de los carnavales que ayudó a construir, Mario sigue siendo inspiración para generaciones enteras.
Rodríguez nació un 21 de septiembre de 1945, “un día especial, de primavera y de estudiantes”, como él mismo resalta. A los 12 años ya competía, incentivado por un amigo, y nunca más se bajó de la bicicleta. Participó en innumerables carreras en ruta y montaña, recorrió la provincia y el país, y aún hoy recuerda con emoción las anécdotas que lo marcaron: “Uno no corre por dinero, sino por pasión. El ciclismo es sacrificio, kilómetros y más kilómetros, pero también amigos y recuerdos que no se olvidan nunca”.
“Menos de 40 kilómetros diarios no es imposible”, dice convencido. Y lo cumple. A pesar de la edad, Mario no concibe un día sin pedalear. Lo que empezó a los 12 años como un juego entre amigos, se transformó en una pasión que lo llevó a recorrer rutas, competir en campeonatos de mountain bike, medir fuerzas con campeones argentinos y, sobre todo, sumar amistades que todavía lo acompañan.
“Uno no corre por dinero, sino por pasión. El ciclismo es sacrificio, kilómetros y más kilómetros, pero también amigos y recuerdos que no se olvidan nunca”, afirma.
Sin embargo, la vida de Mario no se explica solo en dos ruedas. Practicó básquetbol, fútbol, natación, pedestrismo y hasta boxeo, pero también dejó huella en la cultura esquinense: en los años 70 fue uno de los fundadores de la comparsa Carucurá y asegura, con documentos en mano, haber sido el creador de la famosa mochila de carnaval que luego se expandió por toda la región. “Mi hija Norma fue la primera en llevarla en un desfile. Esa es una de mis mayores alegrías”, recuerda.
A lo largo de su carrera deportiva vivió anécdotas de todo tipo: desde entrenar 100 kilómetros diarios hasta llegar cubierto de carbón tras aceptar un viaje en camión rumbo a una competencia. “Son esas historias que no se olvidan nunca y que te hacen amar el deporte”, dice con una sonrisa que todavía transmite juventud.
Hoy, a los 80, Mario sigue mirando hacia adelante. Sueña con que Esquina tenga un predio para entrenamientos y no pierde la oportunidad de alentar a los jóvenes:
“Que se dediquen al deporte, cualquiera sea. No importa si es un campeonato de bolitas, lo importante es que estén ocupados, que se sientan felices. Un premio, un recuerdo, eso no tiene precio”.
En cada pedalada, en cada recuerdo de carnaval, en cada consejo a los más jóvenes, Mario Rodríguez confirma que la edad es apenas un número. Su verdadera esencia está en el movimiento, en la pasión y en el ejemplo.
En Esquina, Mario Rodríguez no solo cumple 80 años. Cumple también con una vida entera dedicada al deporte, a la amistad y a la alegría de su pueblo.