Hola, ¿cómo estás?
Esta semana en Comunidad contamos la historia de Ornella, una joven que fue víctima de grooming desde los 10 años. Todo empezó como empiezan muchos de estos casos: un contacto a través de una red social, un mensaje aparentemente inofensivo, alguien que se presenta como un par e inicia una relación de amistad.
Pero detrás de ese supuesto niño que se hacía llamar “Lale” había un adulto que poco a poco fue ganándose su confianza, aislándola, manipulándola y obligándola a producir material sexual durante años. Ese abuso se sostuvo durante seis años.
Ornella lo resume así: “Me violaron la cabeza por la computadora”. Su testimoniocr, crudo, valiente y necesario, pone sobre la mesa algo que los especialistas vienen advirtiendo desde hace tiempo: lejos de disminuir, los casos de abuso sexual en entornos digitales van en aumento.
“Sé la cantidad de material que él tiene sobre mí y es muchísimo, sobre todo desde mis 10 a los 12 años. Lo que más me duele es que por más que pasen los años, voy a seguir siendo víctima de la pedofilia: porque mis fotos van a seguir circulando en internet”, agrega la joven con la frustración atravesada en la garganta.
El impacto en su salud mental fue arrollador: un trastorno de la alimentación, autolesiones y pensamientos suicidas. “Hoy estoy rota, pero arreglada. En proceso de sanación”, resume.
Las cifras dan cuenta de la vulnerabilidad de las chicas y los chicos: el 49% dijeron que conversaron con extraños en redes sociales y juegos online; siete de cada 10 recibieron propuestas de “noviazgo” por parte de un desconocido, y al 25% les pidieron “imágenes de desnudez o semidesnudez” por internet.
Los datos se desprenden de una encuesta que hizo el año pasado entre 17.000 niños y adolescentes Grooming Latam, una red regional conformada por 30 organizaciones que luchan contra ese delito.
En la nota donde contamos el caso de Ornella, abrimos una invitación a nuestra comunidad: dejarle preguntas a Hernán Navarro, abogado y fundador de Grooming Argentina, sobre cómo prevenir, cómo hablar del tema en casa, cómo leer las señales y, sobre todo, cómo acompañar a niñas, niños y adolescentes cuando están atravesando una situación que les da miedo o vergüenza contar.
Recibimos varias consultas, dudas concretas que muchas familias están enfrentando hoy, y la semana que viene vamos a publicar una entrevista con todas sus respuestas.
En paralelo, cada vez más padres, madres y docentes nos escriben con la misma inquietud: cómo acompañamos a los chicos en un entorno que cambia tan rápido, y donde los riesgos aparecen, muchas veces, incluso antes de que podamos anticiparlos.
La buena noticia es que hay herramientas: para prevenir, hablar del tema es la clave. Por eso, quiero compartirte una guía práctica donde vas a poder encontrar sugerencias sobre cuándo hablar, cómo intervenir, cómo acordar reglas sobre el uso de los dispositivos, qué hacer ante una sospecha y cuáles son los pasos a seguir.
La historia de Orne es un urgente llamado de atención a revisar nuestra presencia adulta en los entornos digitales. No se trata de generar miedo, sino de construir confianza. De que los chicos sepan que, si algo les incomoda, si sienten presión, si un adulto o un supuesto par los contacta de un modo extraño, pueden contarlo sin culpa ni vergüenza. Aquí estaremos nosotros para acompañar.
Hasta la próxima,
María

