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Monseñor Canecin presidió la fiesta patronal en honor de la Virgen del Pilar en Curuzú Cuatiá

La ciudad de Curuzú Cuatiá celebró, el sábado 12 de octubre, su fiesta patronal en honor de la Virgen del Pilar. Monseñor Adolfo Canecin inició las actividades programadas con la bendición en la Cantata a la Virgen que se realizó en la noche de vísperas. También presidió la misa con niños, la procesión y la misa central acompañado por el párroco padre Juan Carlos López y los sacerdotes de esa localidad.

“Convéncenos que por tener un Padre Dios somos hermanos” expresó el obispo al recordar la letra de un chamamé del Padre Julián Zini y, continuó “Dios es Padre, en Jesús somos hijos de ese Padre y de esa experiencia filial brota la fraternidad” reflexiono en su homilía.

“Que esta fiesta patronal en honor a la Virgen del Pilar, después de haber vivido la pre-novena en salida misionera, recorriendo las instituciones y después de haber vivido la novena como una respuesta hemos venido a la casa de nuestra Madre, hoy estamos en nuestra fiesta patronal que acontece en varias circunstancias”.

Destacó más adelante la realización del Sínodo de la Sinodalidad que se desarrolla en Roma en “comunión, misión y participación” y remarcó que “El Sínodo es un gran Kairós, es una gran oportunidad para nuestra Iglesia. Queremos aprender de Dios que caminan juntos el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y nosotros que somos imágenes de la Trinidad no podemos caminar divididos o fragmentados o agrietados”.

En ese sentido, el prelado animó a cumplir la voluntad de Dios desde ese primer llamado y, asumir el estilo sinodal: “El que quiere llegar rápido camina solo y el que quiere llegar lejos camina con otro” y remarco “como sociedad tenemos que caminar con otros porque queremos llegar lejos y el horizonte es el bien común, que es el mayor de los bienes”.

El segundo aspecto abordado por el Obispo Canecin en su homilía fue la Paz y comenzó diciendo “somos expertos en hacer la guerra. Las acciones más caras que existen en la humanidad son las acciones donde se fabrican armas”.

“El hijo de la Virgen María es nuestra paz, por eso, cada uno de nosotros tenemos que ser artesanos de paz, pero, nadie da lo que no tiene. Tenemos que tener a Jesucristo en nuestras almas y si Él está vigente en mi ser un constructor de la paz”.

Finalmente se refirió al “clamor de la tierra y al clamor de los pobres, que a veces naturalizamos. La tierra gime, esperando liberarse de la esclavitud a la cual la hemos sometido nosotros, buscando, cada vez más réditos económicos y terminamos destruyendo nuestro habitar”.

“Todo ponemos en las manos de María, la Virgen del Pilar, para que podamos pensar y ver cómo entre todos podemos ayudarnos para salir adelante. Queremos ser esa Iglesia que Cristo soñó al fundar, queremos ser una Iglesia sencilla y ministerial”. –

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