Esta semana comienza la experimentación en pacientes de una medicamento basado en anticuerpos monoclonales
Eduardo N Cozza Buccaro ; Fabiana Lartigue ; Gabrile Lortau – Departamento de Cs de la Salud – UNLaM
Del anticuerpo plasmático al anticuerpo monoclonal
En todo el mundo se espera con mucha expectativa el desarrollo y puesta a disponibilidad de una vacuna que prevenga la enfermedad COVID-19 provocada por la infección con el novel virus SARS-CoV-19. Dicha vacuna se espera que proteja al organismo de dicha enfermedad, destruyendo al virus en el organismo.
Pero qué sucede con los pacientes, ya enfermos de COVID-19? Qué tratamientos pueden dárseles para aliviar el estado de su salud?
Si recordamos desde los primeros meses de esta pandemia, salieron a la luz muchas drogas de uso farmacéutico que crearon expectativas pero que finalmente, al menos hasta hoy, no pudieron establecerse como medicamentos seguros, recomendados e infalibles.
En este último grupo de medicamentos encontramos a Cloroquina, Hidroxi-Cloroquina, Rendesivir, Ritonavir, Liponavir, e Interferón beta, administrados solos o en forma combinada.
Actualmente, una de las terapias que están siendo más investigadas es la del uso de anticuerpos provenientes de personas que fueron pacientes de la infección del virus SARS-CoV-19 y que ya se recuperaron. La idea es que frente a la infección, el organismo reacciona con su sistema inmune de defensa, produciendo anticuerpos contra el virus los que finalmente logran vencerlo. Esos anticuerpos son producidos por los Linfocitos B del Bazo y volcados a la sangre.
El tratamiento entonces consiste en extraer el plasma de estos ex-pacientes de COVID-19, darle un tratamiento salino para su purificación y administrarlo a los pacientes de la enfermedad.
Los primeros resultados indican que hay una variedad de casos de pacientes con la enfermedad COVID-19 que muestran recuperación cuando se les administran los anticuerpos plasmáticos contra COVID-19 extraídos de personas que ya cursaron la enfermedad.
Pero este tratamiento con anticuerpos plasmáticos tiene varias limitaciones:
1) En primer lugar está la limitación en la cantidad disponible de anticuerpos plasmáticos, ya que básicamente ella depende de la decisión de cada persona recuperada de COVID-19 de donar su plasma, siendo que además cada persona produce distintas cantidades de anticuerpos.
2) Por otro lado, la calidad de los anticuerpos plasmáticos que se obtienen es muy variable, ya que algunas personas producen anticuerpos contra el SARS-CoV-19 muy eficientes en combatir al virus, mientras que en otros casos, la eficacia de los anticuerpos es mucho menor.
3) Como consecuencia de lo anterior, para cada anticuerpo plasmático obtenido, se debería verificar primariamente su eficacia en combatir al virus, lo que retrasaría el uso de dichos anticuerpos con las consiguientes posibles complicaciones del paciente que espera los mismos.
4) Por último, no hay que descartar la posibilidad que este uso de plasma humano sirva como vehículo para transmitir a la persona receptora del mismo otro tipo de enfermedades.
Una solución a estas limitaciones que presenta el uso de los anticuerpos plasmáticos, es la provisión de anticuerpos monoclonales ya que ellos se producen siempre con la misma calidad, no derivan de la sangre, y se pueden obtener en la cantidad que se requiera.
La producción de anticuerpos monoclonales es una técnica desarrollada por el premio Nobel de Medicina de 1984 Dr César Milstein, un argentino perseguido por la dictadura de Onganía que debió refugiarse en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, a partir de sus propios resultados de investigación básica que, en forma breve, indicaron, contra lo que se pensaba hasta ese momento, que cada célula Linfocito B, produce un solo tipo de anticuerpos.
De esta forma, el procedimiento consiste en, a modo de nivel de divulgación: i) aislar el Linfocito B que produce el anticuerpo más eficaz en combatir al virus SARS-CoV-19, ii) transformar ese Linfocitos B en una célula cancerosa para que pieda multiplicarse indefinidamente, iii) multiplicar ese Linfocito B transformado hasta obtener tantas células como se requiera, iv) asilar el anticuerpo a partir de esas células multiplicadas.
Todas las células Linfocitos B modificadas producen exactamente el mismo anticuerpo ya que provienen de un único Linfocito B original. Las células que provienen por multiplicación de una sola célula original se denominan clon, por lo que el anticuerpo obtenido es monoclonal ya que proviene de un solo clon de células el que a su vez está formado a partir de un solo Linfocito B.
La producción del medicamento
En abril de este año se creó ACTIV (Accelerating COVID-19 Therapeutic Interventions and Vaccines) como un consorcio público-privado que involucra 20 compañías farmacéuticas (AbbVie, Amgen, AstraZeneca, Bristol Myers Squibb, Eisai, Eli Lilly and Company, Evotec, Gilead, GlaxoSmithKline, Johnson & Johnson, KSQ , Therapeutics, Merck & Co., Inc. , Moderna, Novartis, Novavax. Pfizer, Roche-Genentech, Sanofi, Takeda, Vir Biotechnology), y dedicado a financiar estudios sobre tratamientos u vacunas para COVID-19.
Una de estas compañías farmacéuticas, Astra Zeneca, es la responsible de parte del desarrollo y sobre todo la producción de la vacuna contra el SARS-CoV-19 que se está experimentando en la Universidad de Oxford.
A través de ACTIV se han evaluado decenas de drogas y medicamentos con potencial aplicación para COVID-19. Dentro de todos ellos el más prometedor de los tratamientos es el que utiliza anticuerpos monoclonales.
En las primeras semanas del presente mes de Agosto comienzan dos campañas de pruebas de anticuerpos monoclonales como medicamentos contra COVID-19, una con pacientes hospitalizados por COVID-19 y otra con pacientes ambulatorios.
El anticuerpo monoclonal que será probado se denomina LY-CoV555, y fue desarrollado por Eli Lilly and Company, una compañía farmacéutica de Indiana, USA, aunque fue primariamente aislado por una compañía socia de Eli Lilly para desarrollos biológicos llamada AbCellera Biologics Inc, de Vancouver, Canada.
El anticuerpo monoclonal LY-CoV555 se obtuvo a partir de Linfocitos B obtenidos de uno de los primeros sobrevivientes de COVID-19 en USA. Esos Linfocitos B sufrieron el proceso explicado muy brevemente más arriba, hasta llegar a la producción masiva del anticuerpo monoclonal.
Este anticuerpo reconoce las proteínas espiga del SARS-CoV-19, es decir las proteínas que forman las varias prolongaciones que como ramas o bastones se observan en los diagramas del virus. Coincidentemente, estas mismas proteínas son el blanco de las dos vacunas que se conocen como más desarrolladas, las de la Universidad de Oxford, Reino Unido, y la de Wuhan, China.
Estas proteínas espiga intervienen en la unión del SARS-CoV-19 a las células del sistema respiratorio que infectan. Al unirse el anticuerpo monoclonal a esas proteínas, el virus no puede unirse a las células y es destruido. O sea, estos anticuerpos monoclonales mAb bloquean la unión del virus a sus células blanco que quisieran infectar.
ACTIV en general es apoyado económicamente por los Institutos Nacionales de Salud de USA (NIH) y estas dos pruebas en general son también apoyadas por Operation Warp Speed, una agencia patrocinada por fondos públicos y privados creada recientemente para subvencionar estudios sobre el COVID-19.
La primera prueba se realiza sobre 300 pacientes hospitalizados, con COVID 19 entre medio y moderado. Estos voluntarios recibirán una administración endovenosa de LY-CoV555 o placebo.
Si esta prueba da buenos resultados, inmediatamente se incorporarán al estudio 700 voluntarios más, ya seleccionados, incluyendo ahora algunos con estado severo de la enfermedad.
La segunda prueba con pacientes ambulatorios involucra 220 individuos con COVID-19 moiderada.
En este estudio, también los voluntarios recibirán o el anticuerpo monoclonal o placebo. Si los datos son Buenos la prueba incorporará 1780 voluntarios ya seleccionados, para evaluar más certeramente la efectividad del anticuerpo.
Se espera que ambas pruebas luego puedan combinarse con otras terapias experimentales, para hacer más eficaz el tratamiento.
Dados los resultados preliminares obtenidos por Eli Lilly and Compañy, es de esperar que se obtengan buenos resultados que hagan posible obtener en los próximos meses un medicamento seguro y eficaz para combatir COVID-19
Por otro lado, la compañía Lilly, esta misma semana de comienzo de las dos pruebas antes mencionadas, también inicia una prueba a gran escala, no financiada por ACTIV, para estudiar la efectividad del anticuerpo monoclonal en prevenir la adquisición de la enfermedad COVID-19 por parte de grupos de riesgo, tales como adultos mayores y personas con enfermedades pre-existentes.
Una nueva esperanza está en marcha para que en forma conjunta con los desarrollos avanzados de la vacuna contra COVID-19, podamos en el corto plazo disponer de la prevención y el tratamiento seguros para combatir a este virus, SARS-CoV-19, que ha venido a modificar nuestra vida como normalmente la conocíamos.