Por Jael Itzcovitch. Directora y Mentora de Estim Groups. (www.estimgroups.com)
Cuando el legado se pone en movimiento
Cuando se habla de sucesión en una empresa familiar, la mayoría imagina el momento en que el liderazgo o la propiedad pasan oficialmente de una generación a otra. Sin embargo, ese traspaso, que suele verse como el punto culminante del proceso, no es lo más difícil. El verdadero desafío no está en soltar. Está en preparar.
Hoy, el éxito de una empresa familiar no depende solo de sus resultados financieros, sino de su capacidad para desarrollar a las personas que la sostendrán en el tiempo. Preparar a la próxima generación ya no es un acto simbólico o una promesa pendiente: es una necesidad estratégica para toda familia empresaria que quiera trascender.
Más allá de la riqueza: el verdadero legado
El mayor legado que una familia empresaria puede dejar no se mide en patrimonio, acciones ni activos. Se mide en liderazgo. En la capacidad de formar personas íntegras, seguras y preparadas para continuar una historia sin perder su esencia.
En palabras de Leon Shapiro y Leo Bottary, autores de The Power of Peers, “las generaciones no heredan solo bienes, heredan también valores, hábitos y formas de relacionarse”. Cuando esos valores están alineados, la continuidad fluye; cuando no lo están, aparecen los conflictos, las brechas y los silencios.
Y ese es, precisamente, el riesgo que enfrentan muchas empresas familiares hoy: jóvenes que heredan una responsabilidad sin haber sido realmente preparados para ella. Heredan un título, pero no las herramientas. Se espera que lideren, pero no se los acompaña a construir la confianza ni la claridad necesarias para hacerlo.
El resultado suele ser el mismo: decisiones poco firmes, tensiones familiares y un legado que se debilita, no por falta de amor, sino por falta de preparación.
Por qué el desarrollo importa: la sucesión como proceso, no como evento
Una sucesión bien hecha no sucede de un día para otro. Es un proceso largo, consciente y colaborativo. Implica formar, escuchar, acompañar y guiar. Implica pasar de un modelo de transferencia patrimonial a un modelo de desarrollo integral. Estudios globales de PwC y Deloitte coinciden en que más del 60% de las empresas familiares que logran una transición exitosa han comenzado a preparar a la siguiente generación al menos diez años antes del cambio de liderazgo.
Por el contrario, en aquellas que no planifican, la tasa de continuidad cae drásticamente: solo el 30% llega a la segunda generación, y apenas un 12% logra alcanzar la tercera.
Preparar a tiempo no es solo formar futuros líderes; es fortalecer la confianza mutua, alinear valores y construir puentes entre generaciones.
En este sentido, los Grupos Estim han emergido como una herramienta clave para las familias empresarias que quieren hacer de la continuidad un proceso humano y sostenible. Su trabajo no se centra únicamente en los jóvenes, sino también en cómo su crecimiento impacta positivamente en la familia y en el negocio.
El método Estim: acompañar el desarrollo, no imponerlo
Estim Groups trabaja con jóvenes de entre 20 y 35 años que forman parte de familias empresarias. Su enfoque es simple y profundo: ofrecer un espacio donde puedan reflexionar sobre su rol, descubrir sus motivaciones y adquirir herramientas personales y profesionales para relacionarse de manera más consciente con la empresa familiar.
El proceso combina el aprendizaje entre pares, jóvenes que atraviesan desafíos similares, con la guía de mentores experimentados. Esta metodología de aprendizaje horizontal ha demostrado ser una de las más efectivas para el desarrollo del liderazgo: según estudios de la Universidad de Harvard, los programas basados en aprendizaje colaborativo aumentan la retención del conocimiento en un 35%, mejoran la confianza en un 40% y fortalecen las habilidades de comunicación interpersonal en un 50%.
En los grupos Estim, los participantes aprenden a escuchar, a poner en palabras lo que sienten, a debatir con respeto y a tomar decisiones informadas.
Al principio, muchos jóvenes llegan con dudas: “¿Estoy preparado?”, “¿Es esto realmente lo que quiero?”, “¿Cómo me ven mis padres en este proceso?”.
Con el paso de los meses, los mentores observan una evolución clara: mayor claridad, más seguridad y una comunicación más madura con la familia.
Cómo impacta en las familias: cuando la claridad individual genera armonía colectiva. El crecimiento de un miembro de la familia no es un logro aislado; es un movimiento que beneficia a todos. A medida que los jóvenes ganan confianza, también cambia la dinámica familiar. Las conversaciones se vuelven más transparentes.
Los padres pueden escuchar sin imponer.
Los hijos pueden expresarse sin miedo.
La familia, como sistema, se fortalece.
Esto es lo que diferencia a Estim Groups de otras propuestas: no se trata de reemplazar el vínculo familiar, sino de enriquecerlo.
Los participantes aprenden a dialogar con respeto, a comprender los valores que sostienen la historia familiar y a encontrar un equilibrio entre esos valores y sus propios propósitos personales.
El resultado no es solo una empresa más sólida, sino también una familia más unida, consciente y alineada.
El verdadero valor de la preparación
La verdadera medida del legado no está en cuántas generaciones heredan la empresa, sino en cuántas generaciones están preparadas para sostenerla con integridad, propósito y entusiasmo. Y esa preparación no se limita a aprender sobre finanzas, gestión o estrategia. Se trata de acompañar un proceso mucho más humano: el de entender quiénes son los jóvenes, qué los motiva, qué los inspira y qué lugar quieren ocupar, si lo desean, dentro de la historia familiar.
Diversos estudios sobre sucesión familiar coinciden en este punto. Un informe del Global Family Business Survey de PwC (2023) muestra que el 68% de los líderes familiares reconoce que su mayor desafío no es económico, sino emocional: lograr que sus hijos se sientan realmente conectados con el legado.
Al mismo tiempo, el 56% de los jóvenes de familias empresarias consultados en América Latina asegura que desea participar en la empresa familiar, pero solo si puede hacerlo de un modo que refleje su propósito personal. Esto confirma un cambio de paradigma: las nuevas generaciones no buscan únicamente estabilidad o continuidad, buscan sentido.
Las generaciones jóvenes, particularmente los llamados millennials y centennials, crecieron en un entorno donde la identidad profesional está estrechamente ligada a la realización personal. Ya no basta con “cumplir un rol” o “continuar una tradición”; lo que realmente los moviliza es sentirse parte de algo que los representa y que tiene impacto positivo. Por eso, preparar a la próxima generación implica algo más que diseñar una estrategia de sucesión. Implica generar espacios de conversación donde puedan expresarse, explorar sus intereses y evaluar distintas formas de vincularse con el negocio familiar. Algunos se sentirán llamados al liderazgo operativo. Otros, tal vez, descubran su lugar como accionistas responsables o embajadores del legado.
Lo importante no es que todos sigan el mismo camino, sino que lo hagan desde un lugar elegido y consciente. Según un estudio de Deloitte (2022), las transiciones familiares más exitosas son aquellas donde la generación saliente logra transmitir no solo el control, sino también el sentido y los valores del negocio, permitiendo a los herederos reinterpretarlos a su manera. “El liderazgo sostenible”, explica el informe, “no se hereda: se construye en diálogo entre generaciones que se escuchan”.
Y es precisamente ahí donde radica el verdadero valor de la preparación: en entender que cada familia es un sistema vivo, y que su futuro depende tanto de su capacidad de adaptarse como de su voluntad de comprender las motivaciones de quienes vienen detrás. Porque cuando las nuevas generaciones pueden alinear su propósito personal con el propósito familiar, el legado deja de ser una carga y se convierte en una elección. Y una elección genuina tiene muchas más probabilidades de sostenerse en el tiempo.

