En el marco del quinto viaje organizado y financiado por el Gobierno de la Provincia de Corrientes, 20 excombatientes correntinos volvieron a pisar suelo malvinense en una experiencia profundamente emotiva y reparadora. Entre ellos estuvo el esquinense Servando Sánchez, quien regresó ayer a la provincia y hoy visitó nuestra ciudad para compartir su testimonio.
“Fue una emoción terrible llegar al cementerio de Darwin y ver las cruces de nuestros compañeros que quedaron allá”, relató Servando, visiblemente conmovido. Durante su visita, habló sobre los momentos vividos, el valor simbólico del viaje, y los recuerdos que aún lo marcan.
El veterano destacó la organización del viaje: “Todo fue financiado por la Provincia. Tuvimos un coordinador que es también excombatiente, Coqui Flores, una gran persona”. Mencionó además algunos objetos históricos que aún se conservan en las posiciones argentinas, como restos de jeeps impactados por balas y zapatillas Flecha que usaban durante el conflicto.
Aunque no está permitido traer elementos de las islas, Servando logró guardar un pequeño fragmento de poncho como recuerdo, el cual escondió dentro de su calzado. “Nos revisan todo. Me hicieron pasar varias veces por el detector porque tengo una prótesis en la rodilla”, comentó entre risas.
También compartió que dejó un rosario en el cementerio, a los pies de una imagen de la Virgen de Luján: “Fue mi forma de rendir homenaje a los que quedaron allá”.
El reencuentro con los escenarios del conflicto fue duro pero necesario. “Fue sanador”, aseguró. Recordó los bombardeos vividos en los últimos días antes de la rendición y cómo se refugiaban entre fardos de lana para protegerse. “Todas las noches era un bombardeo. Pensábamos que no salíamos”, confesó.
A pesar del pasado doloroso, el trato actual de los isleños fue respetuoso. “En los primeros viajes ni te saludaban, pero ahora es distinto. Incluso pudimos cantar el Himno Nacional en el cementerio”.
Servando instó a otros veteranos a animarse a vivir esta experiencia. “Muchos no quieren ir porque hay que tramitar pasaporte, o por miedo a lo que puedan sentir allá. Pero volver te hace bien”.
Con la emoción a flor de piel, cerró su relato con gratitud hacia sus compañeros y al Gobierno provincial por haber hecho posible el viaje. “Me animé este año porque mis hijos ya están grandes. Sentía que era el momento. Y lo fue”.